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Llega la larga espera

El final de la séptima temporada devuelve su esencia a la historia

Tras más de un año de espera, todo ha terminado en siete semanas. Eso sí, lo ha hecho por todo lo alto con un capítulo final de una hora y veinte minutos en los que no faltaron giros inesperados, encuentros imposibles y conversaciones inolvidables. La frustrada tregua, la muerte de un personaje central o la destructora cabalgada de El Rey de la Noche a lomos de Viserion zombificado han conseguido que olvide algunas de las alocadas tramas del acelerón final de la serie.

Con dos partes bien diferenciadas esta temporada, la llegada de Daenerys a Rocadragón, donde conoce a Jon Nieve, y los reencuentros entre los Stark sirven de contrapunto a una trama militar y política que acaba con una batalla entre parte del ejercito de los Lannister y el de Daenerys, con ella montada sobre Drogon calcinando todo a su paso. Hasta este punto, obviando la capacidad de Jaime Lannister para cruzar a nado un lago sin quitarse la armadura, la serie parece mantener la lógica de otras temporadas, dejando claro que no hace falta llegar al penúltimo capítulo para dejarnos con la boca abierta.

El problema viene después. La misión suicida de una especie de "Vengadores" más allá del muro hace que las tramas se ensombrezcan en pos del espectáculo. Eso sí, hasta eso lo hacen bien. Es imposible no sufrir con la muerte de Viserion y perdonárselo todo a los guionistas, incluído el rápido y efusivo amor entre Jon Nieve y Danerys. En Poniente temen a la larga noche y nosotros a la larga espera.

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