La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Macron y la comunicación

El presidente francés ha perdido 24 puntos de popularidad en dos meses y lo achaca a la mala comunicación. Emmanuel Macron es de los que cree que todo depende de la forma en que se comunica, no de lo que se comunica. La buena comunicación es la mantequilla de Brando en "El último tango en París" (por supuesto). Con mantequilla entran sin resistencia la rebaja de las ayudas para vivienda de los más modestos, la retirada de los contratos sostenidos para trabajadores en dificultad, la ultracongelación de los salarios de los funcionarios, los recortes en la contribución social empezando por los jubilados y una reforma laboral por decreto. Pero la gran aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al globalizador.

En politiqués universal Macron ha dicho que "falta pedagogía", es decir, pederastia para abusar de los más débiles sin que rechisten y que lo interioricen bien y se sientan culpables.

Macron se ha creído su providencialidad y ha olvidado que fue el último recurso, por enésima vez, para evitar que presida la república la ultraderechista Le Pen, cuya mera existencia ha favorecido una sucesión de líderes que carbonizan en el uso del poder y en el intento de imponer esa agenda de cambios escrita en inglés.

Macron, el líder de cemento rápido, cuajado en dos años, salido del mismo ambiente de enarcas, banqueros y empresarios que sus predecesores, cree en la eficacia de la comunicación, pero no tanto como para despedir a la maquilladora presidencial, que en tres meses ha cobrado 26.000 euros, sin que su cara de culito de bebé le haya mantenido la popularidad. El coste de maquillaje bajará porque hay "vocación de ir reduciendo ese gasto". Cuánta prisa. ¡Corre detrás de ello!

Compartir el artículo

stats