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Vocal de ASCEL (Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico)

Lastra entre lobos

Los conflictos en torno a la protección de la vida silvestre y las promesas del Gobierno regional

Anda estos días el consejero con competencias ambientales, Fernando Lastra, luciendo sonrisas a las que no nos tiene acostumbrados. Dicen las crónicas que busca "información veraz" sobre el problema por antonomasia de Asturias, o de la mayor parte de su territorio -el lobo- para actuar con el "máximo rigor".

Ignoramos si los conservacionistas mereceremos también su atención entre tanto ímpetu en búsqueda de información. No obstante, sí nos parece que el señor consejero se encuentra aquejado de un mal conocido: el del político con mando reciente. Consiste este en poner el reloj de la historia a cero, para resolver súbitamente lo estancado, en este caso, desde al menos 2002 (fecha del primer plan de matanzas del lobo en Asturias).

Y dicen las crónicas que todo el mundo se ilusiona en las entrevistas, porque -ahora sí- se van a matar, con medios y recursos públicos, a todos los lobos malos que no saben y no pueden vivir en el monte así como así. A lo mejor es que no saben leer el BOPA, y no entendieron, rebeldes ellos, lo de las zonas libres de lobos, los cupos de lobos muertos, y otras zarandajas modernas. Al fin y al cabo, en Asturias parece que se entiende mal lo público, incluido el significado y objetivo de las subvenciones existentes.

Compartimos la duda sobre el destino del señor Lastra, pero parece empeñado, refrenando tantas legislaturas en los lentos y procelosos trámites de la Xunta, que lo tenían ensimismado, en recuperar el tiempo perdido. Aunque no sabemos si estos son los prolegómenos de una especie de "seppuku" político, hay que recordar que lo que se reclama al consejero es una cuadratura del círculo; sabiendo que es de letras, quizás haría bien en no arriesgar tanto en el empeño. Por un lado, pretender matar 45 lobos no es empresa fácil para este gobierno ni ningún otro, ya que la facilidad de encontrar y matar animales disminuye proporcionalmente con la cantidad de ellos que se maten. Así mismo, algunos vamos a ayudar a estos perseguidos con una sonrisa, por no desentonar con la autoridad. Y por otro lado, matar más lobos no va a solucionarle nada al señor consejero, más allá de conseguir algunos regueros de tinta adicionales.

La información, el conocimiento, nos demuestran que, antes o después, tendremos que respetar la vida silvestre, de la que no somos independientes ni siquiera en lo más profundo del hormigón de la administración, para que esta nos respete a nos. El mundo necesita tiburones en los mares, grandes carnívoros en los bosques, y (por no hacer el cuento largo) osos y lobos en España y -desde luego- en Asturias. Y los necesitamos además para no empeorar nuestra salud ambiental y nuestra economía. Sí, han leído ustedes bien.

Mientras tanto, todos los conflictos son posibles, y seguiremos luchando en cualquier ámbito, porque entendemos que el lobo está legalmente protegido y la administración asturiana pretende actuar al margen de la normativa vigente, y de los tiempos modernos.

Y empezamos a ver con simpatía (quién nos lo iba a decir) a las personas que precedieron al consejero Lastra en su cargo, a la par que comenzamos a confirmar el sentido del cambio de competencias, del "control ambiental". Pronto veremos dónde va el consejero.

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