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Luis Gancedo

Los efectos y las causas de la revalorización de la moneda | Análisis

Luis Gancedo

Parábola del euro fuerte

El euro cotiza a 1,20 dólares, el 16% más que a principios de año, y esa evolución de la moneda tiene repercusiones que inquietan en el Banco Central Europeo (BCE), al que se le puede complicar el de por sí complejísimo diseño del repliegue de su arsenal monetario. Un euro fuerte tiene ventajas y desventajas. Para intentar comprenderlas imaginemos a un individuo que sale de vacaciones con destino a EE UU. Camino del aeropuerto con su coche, reposta gasolina y obtiene la primera ventaja de la fortaleza del euro: el litro del carburante ha bajado unos céntimos, porque las importaciones de petróleo se pagan en dólares. Al llegar a su destino estadounidense comprueba también que en la oficina de cambio por 500 euros le corresponden 600 dólares, cuando a un primo suyo que viajó a finales de 2016 le dieron 520.

Todo resulta más barato que entonces para el viajero, que en un supermercado busca por curiosidad el estante donde su pariente había visto a la venta la cerveza española de la empresa para la que trabajaba. No la encuentra porque el euro fuerte encareció las importaciones para el dueño de la cadena comercial. Éste se puso duro con el cervecero: "O bajas el precio o busco otro suministrador". El exportador no podía asumir con cargo a sus ganancias el 16% de la revalorización del euro, así que tenía dos opciones: dejar de vender o reducir sus costes recortándole el sueldo al primo del viajero. Finalmente, optó por lo primero: dejó de exportar a EE UU, ajustó su producción y despidió al primo.

Esta especie de parábola puede tener más versiones. Piénsese, por ejemplo, en aquella en la que el viajero es un turista británico o estadounidense que quiere pasar sus vacaciones en España y se encuentra con que los precios han subido por el euro fuerte. Ambas historias informan de los efectos de signo opuesto que tienen las variaciones en el tipo de cambio de la moneda, que por otra parte se deciden en un estrato del sistema capitalista (los mercados financieros) desde el que el viajero, su primo, el supermercado y la empresa cervecera (salvo que sea de gran dimensión) no se ven ni al microscopio.

El BCE sí parece preocupado. Su expansión monetaria estaba diseñada para inducir -no como objetivo central, pero sí colateral- una devaluación frente al dólar que favoreciera las exportaciones de los países fuera de la zona euro y que a la vez atemperase las importaciones, impulsando las producciones domésticas y la inflación en dirección a la tasa que se considera saludable (2%). Mario Draghi ha dicho que el BCE estará "vigilante" ante un movimiento del tipo de cambio con causas endógenas (la mejora de la economía europea) y exógenas (la aparente decepción del mercado con las promesas económicas de Trump en EE UU). Si bien tiene cosas positivas y negativas, cabe intuir que para Draghi el euro fuerte es en este momento, de recuperación, pero aún de incertidumbres en Europa, más un problema que una buena noticia. Como para el cervecero y el primo de la parábola.

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