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Ingeniero de Minas, fue presidente de Hunosa

Hunosa y el agua

La preocupación por el abastecimiento del Área Central

La iniciativa del Gobierno de explorar las posibilidades de colaboración/utilización de la planta de lecho fluido circulante de La Pereda para su contribución, en su caso, al tratamiento de los residuos urbanos del Área Central (u otras) de Asturias es una iniciativa muy interesante e inteligente. Espero que contribuya a alcanzar los objetivos deseados y sirva, a su vez, para consolidar las posibles actividades complementarias de Hunosa o las de más allá de la extracción minera.

Vuelvo a leer en los últimos días noticias y artículos relacionados con la preocupación por la situación del abastecimiento de agua, especialmente en el área Central de Asturias (supongo superadas, por abandono, las polémicas acerca de Caleo u otros posibles depósitos en superficie como los que en su momento se barajaron, presas de San Julián y San Isidro). Como es sabido, las labores mineras han originado en el subsuelo, especialmente de las dos cuencas centrales, Caudal y Nalón, transformaciones, deformaciones, subsidencias y hundimientos que alcanzan desde la profundidad de las labores hasta la superficie. En muchas ocasiones, aunque no exista conexión directa entra las labores de los pozos cercanos, la fracturación de los macizos facilita la circulación del agua entre unos y otros. Sin entrar en la discusión sobre el origen del agua presente en las explotaciones mineras, acuíferos subterráneos o aguas de superficie, la depresión de los niveles freáticos y la filtración de las aguas superficiales, bien procedentes de los cauces de agua o de las filtraciones de las escorrentías, en su gran mayoría, han originado un importante problema histórico en el laboreo de minas: el necesario y caro bombeo de agua para mantener las explotaciones mineras. Es fácil colegir, por tanto, que la actividad minera ha generado dos recursos que pueden ser de gran interés: el hueco minero y la información histórica acerca del bombeo necesario para poder mantener activa la actividad minera. En otras palabras: la existencia de un depósito subterráneo de una capacidad (volumen de hueco) de más de 85 millones de metros cúbicos, y el conocimiento estadístico de la necesidad de bombear en torno a 30 millones de metros cúbicos por año para mantener disponibles las explotaciones, o lo que es lo mismo, una recarga del hueco minero de esos 30 millones de metros cúbicos por año.

Estas cifras de orden están medidas y trabajadas por Hunosa con una notable precisión. El plan de empresa 2005-2012 estableció, entre otras, una línea estratégica de futuro basada en el estudio y conocimiento del hueco minero, su capacidad de almacenamiento, recarga, con objeto de prever las posibles afecciones derivadas del abandono de labores, la necesidad de mantener instalaciones de bombeo, el coste de explotación y mantenimiento de las mismas por razones de seguridad , así como eventuales aprovechamientos del mismo. A tal fin se constituyó un grupo de trabajo dirigido e integrado por personal altamente cualificado de Hunosa, del Instituto Geológico y Minero de España, de la Universidad de Oviedo y de Sadim Ingeniería. Este grupo estableció, dentro de la Cuenca Carbonífera Central de Asturias distintas zonas de trabajo que afectaban a más de 300 kilómetros cuadrados y calculó el volumen de huecos, que superan los 85 hectómetros cúbicos (en torno a 35 en la cuenca Caudal y a 50 en la del Nalón). Se recopilaron los datos de caudales bombeados históricamente (30 hectómetros cúbicos/año); se elaboraron estudios sobre pluviometría, lluvia útil, cálculo de escorrentía; se confeccionó un modelo de correlación entre pluviosidad y caudal bombeado, inicialmente en la cuenca del río Turón, que se fue extendiendo a las otras áreas de trabajo, distinguiendo entre áreas interconectadas o no. Se inventariaron puntos de vertido, se hicieron mediciones y seguimiento de aforos en puntos de vertido y en los ríos afectados; se realizaron estudios de recarga y descarga de los niveles permeables; se elaboró también un modelo matemático que permitía prever la respuesta ante el cierre de explotaciones mineras o el eventual del aprovechamiento del agua, y se realizaron estudios hidroquímicos y multitud de análisis químicos de las aguas en los laboratorios de IGME y SGS, entre otros. Durante más de tres años se fue haciendo el seguimiento y afinamiento de los modelos que, inicialmente, se centró en el área de los pozos de la cuenca del río Turón y, posteriormente se fue aplicando a las otras zonas de estudio. Desconozco el grado de realización del trabajo a la fecha.

Creo relevante señalar que, grosso modo, la calidad de las aguas se puede calificar como sorprendentemente buena. La inmensa mayoría de los análisis dan como resultado unas aguas con notable alcalinidad y bicarbonatadas que requieren tratamientos sencillos (A1: filtrado y clorado) para su puesta en aprovechamiento. Habría que destacar también la proximidad a eventuales centros de consumo. De hecho, se hicieron estudios previos a nivel de anteproyecto, incluyendo estimaciones de inversiones, coste de explotación y capacidad de suministro al menos en cinco supuestos: tres en el área de Mieres, otro en Morcín y un tercero en Samuño con intención de suministrar a distintas industrias de la zona.

Pero el aprovechamiento del hueco minero como almacén no sólo pasa por su posible utilización para el consumo, lo cual no es un asunto menor. Es evidente que una gestión controlada del mismo podría contribuir al mantenimiento de los caudales ecológicos, así como a la mitigación del efecto de las avenidas o del estiaje.

Por último, debo añadir que también se realizó una estimación de la disponibilidad de hueco en función de distintas hipótesis de reducción de la actividad minera. Esta nota no es más que un mero recordatorio de los excelentes trabajos que se realizaron y se continúan realizando por Hunosa sobre la materia. Un ejemplo palpable de las consecuencias de aquellos trabajos son los distintos proyectos ya implantados en base al aprovechamiento de la energía geotérmica de baja entalpía de las aguas de mina que, como efecto secundario positivo, reduce la temperatura de los vertidos de agua a los cauces públicos.

Por supuesto, se podría entrar en la discusión acerca de la titularidad del agua en relación con la ley de aguas anterior a 1985, pero en el caso de la empresa pública esto no debería ser obstáculo para un desarrollo, siquiera una consideración atenta, de las posibilidades que a mi juicio se ofrecen. Termino con una consideración similar a la inicial: para hablar de agua sería también, en mi opinión, inteligente e interesante hablar con Hunosa.

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