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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El Roble siempre está

Existen -o existían- templos de la gastronomía en Gijón que permanecen en la memoria de generaciones enteras. Los hay que aunque cerraron sus puertas por imponderables de la voracidad del capital siguen abiertos de corazón para los amigos. Es el caso de El Roble, en La Camocha, que ya no está pero que estuvo "ab aeterno" y seguirá estando mientras sigan activas las gloriosas manos de Isabel Menéndez, la hija del inolvidable Carlones, que teje con delicadeza y contundencia platos célebres de la gastronomía popular asturiana. Es sentarse a la mesa de Isabel y de Gabino -qué gran hombre al lado de tan enorme mujer- y disfrutar del deleite de menús inenarrables, aliñados magistralmente con recetas de toda la vida, sin más misterio que la sabiduría ancestral de los fogones. Lo cual confirma que nada hay más moderno que el dictado de lo antiguo. Que lo tradicional es la vanguardia. Que donde esté un plato de cuchara, rotundo, convincente, inapelable, que se quiten esas mariconadas de diseño, que uno no sabe si come o está haciendo la digestión de una cagadina plúmbea, etérea.

Uno se jacta de ser amigo de sus amigos; de manera que quien se considere de buena familia será incapaz jamás de rehuir la buena educación de los agradecimientos. Sirvan estas líneas de homenaje cariñoso a los que sustentaron durante años el prestigio de El Roble, ese chigre inolvidable que permanece abierto en el cobertizo de la vivienda familiar de Isabel y Gabino, de Gabino e Isabel, reyes católicos que gobiernan con mano firme una gastronomía imperecedera, condimentada con el aderezo de la generosidad y la esplendidez de un matrimonio admirable.

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