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La mar de Oviedo

Sal a bailar

Rechazo el olor de multitud, yo en China sería un desgraciado. Walt Whitman, cuando versificaba sus contradicciones, en Song of Myself, decía que contenía multitudes; es genuino del Géminis. También era Géminis aquel endemoniado de Gerasa, del Evangelio de Mateo, que interpelado por Jesús respondió: "Legión es mi nombre, porque soy muchos". Con tanta gente dentro yo rehúyo de más fregados y prefiero rincones para pocos, medio metro de chiringuito, el coro Ensemble Voblana por lo bajini, afuega´l pitu de Don Silo, tinto cosechero bien frío y luna menguante. Me apasiona conocer gente, pero en los libros, bien narrada. Hoy meditaré sobre aquel pasaje de San Mateo (5,13) que copió de nuestro folclore y va dirigido a soledosos y almas en pena: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué salarla? Vosotros sois la sal del mundo y no la meneáis nada".

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