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Las noticias de Berlín

Varapalo a la socialdemocracia en las elecciones de Alemania

La socialdemocracia alemana se la llevado un palo y Neymar gana 4.167 euros por hora. Lo primero será noticia y habrá politólogos que nos lo expliquen. Pero tampoco hace mucha falta; la socialdemocracia europea cogió fuerza en un tiempo en el que la determinación de no volver al horror era muy fuerte y la idea de crear un bienestar común y bien gestionado era creída por muchos. En algunos países, por los más. Cuando esa creencia se desmoronó, los socialdemócratas dejaron de ser fuertes. Alguien tendrá que hacerse con el centro izquierda, caso de que esa opción siga siendo electoralmente apetecible en el futuro. Hay cosas peores y no son imposibles. Sale Merkel en la tele con cara seria. ¿Qué esperaba? ¿Nadie le ha dicho que los espacios de derecha e izquierda de toda la vida están siendo puestos en cuestión? Asombra un poco tanto revuelo. Neymar nos redime de la complicación de los estudios políticos; eso de preocuparse por la pasta que ganan los demás es una gilipollez. Basta con pertenecer a la clase trabajadora del PSG (Marx, no resucites, que te recetan un atracón de antidepresivos) para vivir ajeno a las zozobras del mundo que tanto peocupan a esos bichos raros que persisten en mantenerse informados y no quieren ser futbolistas. Esa gente, como la socialdemocracia: al desván de los minoritarios. El milagro del deporte es que se salvó de la lucha de clases; la pasta del balompié es tan incuestionable que quienes la ganan pueden proclamarse de izquierdas en los medios y quedar tan ricamente como auténticos bienhechores; el entretenimiento que nos proporcionan es impagable. Bueno, impagable no. Tanto como eso no. A Neymar le pagan. Pero Neymar, a diferencia de la socialdemocracia alemana, pertenece al futuro. En el futuro habrá que reciclarse. Pedro Sánchez- pasado reciente, presente flaco, futuro a debatir- habló en público de día histórico cuando su partido cosechó un batacazo descomunal. Los socialdemócratas alemanes tienen el vicio luterano de la seriedad y llaman derrotas a las derrotas. Ay, la seriedad. Esa virtud exótica, ese europeísmo que íbamos a integrar en el ADN patrio con tanta destreza como la demostrada al gestionar la pasta bruselense de los nineteen eighties. La seriedad no es lo que era. Lo demuestra, una vez más, Neymar, que dejó la camiseta blaugrana por un quiítame allá esos 4167 euros la hora que los socialdemócratas centroeuropeos no han sabido encajar en su programa electoral. No nos han dicho, así a la cara, que 4167 euros la hora no los vamos a ganar. Para eso hay que pegar patadas en un césped de París. No hay futuro, dijeron los Sex Pistols. Visionarios.

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