Cuidadosa debería ser la Universidad de Oviedo con la proclama de reunir en el antiguo Hospital Central los estudios de Ciencias y las Ingenierías diseminadas por la capital para convertir el Cristo en un gran campus. Cuidadosa por no herir susceptibilidades en otras poblaciones del distrito universitario, como Gijón y Mieres.
El anuncio del rectorado, del que se hizo eco el domingo este periódico, ha causado cierto resquemor en ambientes municipales y universitarios gijoneses, donde no se entiende la potenciación de las ingenierías fuera del campus de esta ciudad, con una Escuela Politécnica de reconocido prestigio y solvencia.
No hay que olvidar que ningún ayuntamiento de la región aporta tanto al organismo universitario regional como el de Gijón, que entrega cada año medio millón de euros a la entidad con sede en Oviedo, para sus fines educativos y sociales. Y hay que tener en cuenta también que el anuncio de nuevas residencias universitarias en Oviedo, donde el déficit de plazas disponibles es evidente, choca con el lacerante retraso que acumula la construcción de la residencia de estudiantes prevista en Gijón, aunque la demora no es achacable al Rectorado.
El proyecto del campus en la zona del antiguo hospital seguramente costará mucho dinero, demasiado para una Universidad que sufre estrecheces económicas. De manera que la iniciativa del rector va a necesitar del milagro de los panes y los peces, o de la intervención en el Cristo, tres en uno, de la Santísima Trinidad.
