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Sol y sombra

Serrat y los intolerantes

Cataluña: una parte condena y otra se la pilla con papel de fumar

Fernando Savater sostiene que los intelectuales viven de gustarle a la gente, que son como las putas. Por ese motivo dicen o escriben cosas para ganar adeptos. La cobardía es un signo intelectual de los tiempos, viene a resumir. Estoy de acuerdo, si la palabra se resume en arrastrarse en favor del beneplacito su propia condición ha perdido interés.

Joan Manuel Serrat, que tuvo que soportar durante el franquismo una ola de improperios por catalanista, tiene que aguantar ahora que los llamen fascista los fascistas al cubo. Serrat, ademas de un maravilloso intéprete de la vida que nos ha hecho felices a un par de generaciones, es un tipo decente. Lo ha sido componiendo y cantando las canciones que nos han emocionado y hasta conmovido durante décadas y lo manifiesta en estos momentos al pronunciarse sobre el engendro que ha traido el procés.

Serrat es más catalán que ninguno, pero no es un imbécil. Ha suavizado su percepción de la consulta diciendo que no es transparente y que no representa a nadie. Pero ni siquiera el problema es de intransparencia, sino de ilegalidad manifiesta. Naturalmente es un asunto grave en el que la mayoría se la pilla con papel de fumar y el que dice algo, como es el caso de Serrat, se arriesga a que la intolerancia nacionalista lo señale.

La mayor prueba del peligro que corrre la convivencia es la intolerancia con que se exhiben los partidarios del secesionismo que son capaces de poner en entredicho y contra la pared a las personas que más se han significado en la defensa de la cultura catalana. Como sucede con Juanito.

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