"Con ustedes, Batman", dijo el cineasta Tom Fernández en la presentación, ayer tarde en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, de Jaime Izquierdo, que vino al foro cultural del periódico a presentar su último libro, "La gestión creativa del cabreo".
Tom, que alberga una cámara de rodaje en el cerebro, suele ver la realidad en planos cinematográficos. Así dijo que Batman era para él el modelo gráfico del cabreado del ensayo de Izquierdo; el tipo que convierte en energía su malestar evidente con el ánimo de cambiar su ciudad, Gotham, invadida por maleantes que campan a sus anchas con la complacencia de políticos y policías corruptos.
Mas no imagino a Jaime al volante de un "izquierdomóvil" que se llevara por delante a los burócratas de las evaluaciones de impacto ambiental; aunque sí elaborando queso en una "izquierdocueva". Lo que se puede decir del último trabajo de reflexión por escrito de este Prometeo cabreado con mensaje para romper cadenas es que si los pastores de los Picos con buena leche hacen queso, Izquierdo con mala leche es capaz de hacer un libro de lectura recomendable, porque aporta claves de cómo convertir el cabreo en energía renovable para promover el cambio efectivo de una realidad que nos enoja y nos enfada.
El cabreo es cosa seria y es palabra que procede de cabra; y que no bien conducido en su afán combustible puede acabar derivando en choteo, que procede de choto, que es como llaman en mi tierra a los "xatos". Sumando el cabreo de todo un país y transformándolo en energía positiva ya sólo haría falta que un Franz de Copenhague como el de los inventos del TBO lo convirtiera en nuevo aparataje a la medida de Batman.
