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Chus Neira

De lo ignífugo a lo ignífago

La capacidad del Ayuntamiento para multiplicar los incendios

Varios días de polémica no han permitido todavía hacerse una idea clara sobre las consecuencias de la asuencia de materiales ignífugos en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. Uno ya no sabe si el edificio arderá por combustión espontánea cualquier día de estos ni acierta a ver las dimensiones del jardín en el que andan metidos Alcalde, concejales o funcionarios, mucho más grande, sin fallo, que la vegetación que sustituyó las fuentes del perímetro hace ya años. Por ahora, lo único que el nuevo culebrón municipal confirma es la capacidad "ignífaga" (un paso más allá de la condición "inflamable"), del actual equipo de Gobierno. Pongan un problema encima de la mesa, y el Ayuntamiento de Oviedo conseguirá convertirlo en un incendio.

Al relato del extraño caso del Auditorio, hasta donde hemos podido leer, le sobran nudos y le faltan desenlaces.

No se entiende, de mano, por qué ante un primer informe encargado en 2015 a una empresa externa y entregado en 2016 al Ayuntamiento, donde se señalaban todas las carencias repetidas estos días y se sugerían actuaciones para solucionarlas, nadie sugiriera que se fueran reservando unas partidas de cara al próximo año para empezar a realizar algunas mejoras en el edificio.

Resulta difícil entender, también, por qué eran necesarias más asistencias técnicas y nuevos informes para llegar a idénticas conclusiones. Y tampoco se explica que un servicio municipal concluya que no queda otra que cerrar el edificio, lo firme y se lo mande por correo al Alcalde sin antes haber descolgado el teléfono y haber comentado un poco la jugada. No sé.

Más difícil todavía es que el Alcalde se encuentre esa bomba en el buzón de entrada y la deje pudrir, a la espera de no se sabe muy bien qué, teniendo además el Ayuntamiento actividades programadas en el Auditorio en las que estaba prevista la asistencia masiva de público. ¿Tampoco pueden hablar entre sí los socios del equipo de Gobierno? ¿Resulta tan difícil convocar a los jefes de servicio y buscar soluciones parciales? Supongo, como decía, que nos faltarán partes del relato, porque lo normal hubiera sido presentar el problema y su solución a la vuelta del verano: Hemos detectado esto, vamos a hacer estas obras y de momento hemos puesto en marcha estos protocolos urgentes para garantizar la seguridad durante las actividades previstas en el recinto.

Pero no, en vez de tranquilizar a los ciudadanos y ofrecer alternativas, se habla de cierres parciales del Auditorio, que llevarían, con las mismas, a plantear idénticas fórmulas en el Campoamor, el Filarmónica, Calatrava... La polémica está servida con los Premios a la vuelta de la esquina, y si la única manguera se dirige al gabinismo de los noventa, para qué queremos más. Ahora tenemos el lío del Tartiere de hace unos meses pero a la inversa. Claro que a nadie, ni siquiera en la plaza de España, se le ocurrió entonces hablar de cerrar el campo del Real Oviedo. Ya sabemos que las jornadas de piano, la clásica, la OSPA, y los congresos juegan en otra liga. Huele a tierra quemada.

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