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El voto de don Fernando Jiménez

Una votación que recuerda al franquismo y a Sadam Hussein

Aunque conocí muy fugazmente al dictador iraquí Sadam Hussein, supongo que a ningún otro entre los lectores de LA NUEVA ESPAÑA le habrá ocurrido semejante cosa. Sadam era un loco asesino al que cabe reprochar, con independencia de los yerros de Aznar y sus socios de Las Azores, el desencadenamiento de muchos de los males que seguimos sufriendo en el ancho mundo. En un momento dado tuvo la peregrina idea de colocar los llamados "escudos humanos" para los que se apuntó incluso una auto llamada "brigadista internacional" asturiana. A última hora Tariq Alí, su ministro cristiano u otro de su entorno, le advirtió que se trataba de una barbaridad procediendo, en consecuencia, a ordenar la evacuación de Bagdad a los voluntarios extranjeros, incluida la recalcitrante luchadora astur. En Cataluña no hubo, sin embargo, bombas, pero tampoco prudencia. ¡Cómo se ha aceptado como si tal cosa la imagen del padre con su hijo al cuello que quería atravesar un cordón policial!

¿Y qué me dicen del presidente de la Generalitat buscando un colegio en el que aceptaran su voto? Cómo soy político viejo bien recuerdo un referéndum franquista. Cerrados los colegios, a la puerta de la cafetería Kotel, en el número uno de la calle Uría, colocaron inopinadamente una pizarra de tiza blanca con resultados provisionales. Como cualquier ciudadano pude constatar que los síes superaban el total del censo ovetense. Fue inmediatamente retirado pero con una explicación esotérica: "¡es que en Oviedo hubo muchos votantes transeúntes!". Esos tics siguieron inoculados muy profundamente en la encarnadura patria hasta el punto que con ocasión del referéndum constitucional había un Gobernador en Asturias, don Fernando Jiménez, que, pese a no estar censado, se empeñó en votar en la llamada todavía Casa Sindical, como tal "transeúnte". Allí se le encaró, pidiéndole que no hiciera el ridículo, Federico Villalobos, a la sazón delegado provincial de Trabajo. No contento, Jiménez publicó una nota al siguiente día asegurando que había votado por correo. La pasión empecinada por dos veces del President buscando colegio..., ¿¡qué habrían dicho Tarradellas y su admirable discurso en el Teatro Campoamor!?

Han pasado muchos años pero la actitud de Jiménez sigue cabalgando, esta vez a lomos nacionalistas aberrantes.

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