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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Que si la abuela fuma

Vamos a ser sensatos y a no pedir peras al negrillo hasta que asome la primavera, por mucho que este octubre seco solee más que junio. Arrecian las críticas de los exquisitos contra el Sporting: que si los centrocampistas no rascan bola, que si están a uvas pasas los delanteros, que si Panenka no tiene calle en Ujo, que si el portero recibe tantos disparos como el más tonto del "paintball", que si el equipo tiene menos equilibrio que un quinceañero a mitad del botellón, que si la abuela fuma...

Si con todos los males del mundo y el peso de cargar con la muerte de Manolete el equipo ocupa el tercer puesto de la tabla a un solo punto del líder, ¿qué habría que decir de los que encuentran acomodo en los vagones de la mediocridad? El fútbol es aritmética incontestable y lo que cuenta es sumar. Si jugamos como nunca y perdimos como siempre, ¿de qué sirve sobar la bola y gustarse?

Sin duda, hay que aspirar a la excelencia y premiar a la grada con un discurso atractivo, pero mientras llega la alquimia del cuero filosofal, que venga el tío Paco Herrera con la rebaja y apuntale al equipo con varios cerrojos, que el que no encaja no pierde.

La estadística oficial dibuja tintes claros u oscuros dependiendo de si las cifras las evalúa un optimista o un agorero. Así, el Sporting es el equipo de la categoría con menos tiros a puerta, pero de los que mejor rentabilizan sus escasas ocasiones, y de los que más acercamientos con peligro concede a los fusileros, pero ha puesto al recaudo de los tres palos al portero que más balones detiene. De manera que nada es blanco o es negro, por mucho que el juego del equipo tire a gris.

Lo dicho, primero el mono de faena y después el frac de pingüino. La etiqueta, para los refinados.

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