La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sol y sombra

Cantinflas en el Parlament

Puigdemont "declara" la independencia y acto seguido la "desdeclara"

Ochenta y tres años después no era el día de Companys en Cataluña. Carles Puigdemont burló la historia e hizo de Cantinflas cuando decía aquello: "¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario". Por eso, "declaró" la independencia y acto seguido la "desdeclaró" para evitar proclamar la República Catalana y, sobre todo, a los jueces por delito de sedición. En realidad, siguiendo el guión de este esperpento, el President fingió, volvió a fingir y lo dejó todo en suspenso después de invocar en vano al Parlament. En la calle, muchos secesionistas, que esperaban celebrarlo, se llevaron el primer chasco del "procés". Enseguida vendrán otros.

Tampoco era un momento estelar en la historia de Cataluña, ni en la de España en su conjunto. Volviendo a parafrasear al cómico mexicano, hay momentos en la vida que son simplemente momentáneos. El gatillazo de Puigdemont, que declaró la independencia pillándosela con papel de fumar, es uno de ellos. Afortunadamente para él, dado lo que más tarde se produciría, pasará a la historia más por parecerse al Bombero Torero que a aquel otro desafortunado y, a la vez, infortunado presidente de la Generalitat que proclamó de forma ilegal el Estado Catalán en 1934 y con el que estos días se le ha querido comparar.

Pobre Puigdemont, pobre Cataluña, pobre España, esto es un desastre que sólo supera el ridículo. Estamos ante una rebelión que ni siquiera es seria y, sin embargo, no se puede tomar a broma. Después del número del Bombero Torero, Rajoy dejará de ver los toros desde la barrera. Ha convocado al Consejo de Ministros. Tendrá que exigirle a Puigdemont que vuelva a la legalidad y si, es posible, declarar la cordura.

Compartir el artículo

stats