El sentido común, unido a las demoras y vaivenes que ya ha sufrido el proyecto ferroviario en los últimos años, obliga a poner en cuarentena cualquier declaración de intenciones que atañe al plan de vías de Gijón, la obra de infraestructuras más importante de las que quedan pendientes de llevarse a cabo en esta ciudad junto con la necesaria solución del saneamiento integral de la zona este, paralizado por los tribunales y con la soga de la denuncia europea al cuello.
Cuando aún no nos habíamos recuperado de la enorme satisfacción que causó en la población local la imponente lluvia de millones que el ministro de Fomento anunció para la construcción de la estación intermodal y para el acercamiento del metrotrén hasta Cabueñes, nos llega ahora un inesperado añadido, procedente del mismo departamento estatal: el soterramiento de las vías hasta el apeadero de La Calzada, dando satisfacción a una vieja reclamación de los vecinos de la zona oeste de la ciudad. Y en la práctica, un montón de millones más.
Sin dudar en absoluto de la rectitud de las intenciones del Ministerio de Fomento, cuyo titular ha tenido la deferencia de desplazarse en varias ocasiones a este municipio a dar la cara y manifestar sus intenciones, pero teniendo en cuenta la manera en que los antecesores del actual titular de la cartera marearon la perdiz con el plan de vías, convendría que, a la mayor brevedad posible, el departamento ministerial empezara a concretar plazos y partidas presupuestarias en las cuentas estatales del año próximo.
