Los corredores locales, veteranos y noveles, reconocidos y anónimos, están por fin de enhorabuena: ya está abierto al público el Kilometrín, cuya reparación ha sufrido tantos retrasos y contrariedades que en lugar del acondicionamiento de una pista popular de mil metros de longitud parecía que se estaba llevando a cabo el arreglo del recorrido de una maratón con los medios técnicos de la época de Filípides.
El caso es que el lugar ya está disponible para el disfrute de los "runners" y en la mañana de ayer, bien temprano, una decena de operarios municipales adecentaba el lugar a marchas forzadas, recortando la hierba lateral, barriendo la hojarasca seca y apilando para su recogida ramas podadas y maleza. De los primeros en pisar el suelo compactado de la remozada pista deportiva fueron tres pavos reales evadidos del parque de Isabel la Católica, que trotaban ceremoniosos entre los corredores, y también el concejal Fernando Couto, que se ha vuelto a calzar las zapatillas y quiso probar, in situ, cómo ha quedado la obra.
Buena cosa es que los ediles supervisen, a pie de pista, el desarrollo de los trabajos de encargo municipal más controvertidos y que den la cara sin tener que salir por piernas o a la carrera. Los que detestan la actividad física suelen decir que correr es de cobardes. Más bien al contrario: hay que ser valiente para pisar el Kilometrín el primer día tras la reparación, a expensas de que algún aficionado molesto por la inexplicable demora te saque los colores y te descalifique.
