Quien a estas alturas del siglo XXI aún no entienda que el medio rural asturiano es capaz de amarrarse al futuro con el empeño persistente con que una yunta de bueyes abre con el arado el corazón de la tierra que se desplace con urgencia a la aldea de Abredo, en el concejo de Coaña, donde una familia de tres miembros, padre, madre e hija, elabora queso con leche de vaca y pone en valor postres tradicionales como el requesón y el arroz con leche que se rifan restaurantes de Asturias, pero también de Madrid.
De manera que el medio rural asturiano es viable con esfuerzo y talento pese a que frecuentes nubarrones acechan su rentabilidad y su capacidad, aún incipiente, de emprendimiento. Esta misma semana, un lobo atacó a un ternero en Abredo a plena luz del día, en una explotación donde permanecen las vacas casi exclusivamente para mantener los prados y evitar que avance la maleza. Si el bosque se extiende, los animales salvajes se aproximan a las poblaciones, pero no sólo en Abredo: también en Avilés, en Oviedo o en Gijón.
Por otra parte, en pleno siglo XXI, el medio rural asturiano merece estar conectado a la globalidad en tiempo y forma. El arroz con leche de Abredo podría llegar a cualquier lugar del mundo donde sus condiciones se lo permitieran si en esta aldea de Coaña hubiera una razonable conexión a internet, lo cual no ocurre en la actualidad, lamentablemente. Hagan las administraciones su trabajo para que los paisanos puedan seguir mejorando el suyo, o que después no lamenten los políticos y los funcionarios el despoblamiento rural y el abandono de los usos y las tradiciones ancestrales que componen el ADN de esta región.
