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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Estamos en el Antropoceno

Existe una contaminación invisible, a la que nuestro ojo no alcanza; que es también inaudible, y por tanto desapercibida. Podemos detectar con la vista una columna de humo rojiza como la que en ocasiones se extiende sobre los edificios de la zona oeste de Gijón, y podemos sufrir también por el oído la estridencia acústica de las motocicletas con escape libre o la molestia nocturna del exceso de decibelios de los aparatos de reproducción musical de los bares de copas. Pero hay otra contaminación, también muy grave, que no se ve, que no se oye, de la que sólo tenemos conocimiento cuando, como el pasado sábado, un equipo de buzos se sumerge y saca a la superficie 270 kilos de basura, depositados irresponsablemente en la zona portuaria de Marina Yates, por ciudadanos desocupados de la cultura ambiental.

De manera que pervive en el fondo del mar un Cogersa sumergido, un vertedero incontrolado de donde buzos que respondieron generosamente a la llamada de la Red de Vigilantes Marinos rescataron electrodomésticos averiados, neumáticos en desuso, una maleta llena de ropa... Muchas personas piensan que el mar es un sumidero, una inmensa centrifugadora que todo lo traga, que todo lo disuelve, pero no es así. Al contrario, el litoral ya sufre con saña los ataques frecuente de tanta inconsciencia.

Consideran los científicos que ya hemos entrado en un cambio de ciclo que afecta al planeta entero, una nueva era geológica que denominan Antropoceno, modelada por el ser humano y sus plásticos, sus emisiones de gases a la atmósfera, el descontrol de sus desechos industriales, el maltrato a los océanos. Auguran los expertos que se trata de cambios de larga duración y algunos son irreversibles. Bienvenidos, por tanto, a la hecatombe si no existen mecanismos para evitarla.

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