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La fanfarria de la vida

La escasa presencia de los políticos del ámbito de la cultura en los actos de la semana de los Premios

Las grandes capitales europeas y ciudades de intensa vida cultural como Arlés (Francia) han acogido en el último año y medio la videoinstalación "More sweetly play the dance", del artista sudafricano William Kentridge, premio "Princesa de Asturias" de las Artes. La lenta procesión en 8 pantallas de figuras humanas y esqueletos, una fanfarria musical de vida y muerte, de oscuridad y sueños, en la que también está presente el drama de los refugiados, abrió el pasado sábado por la noche, en el Campo San Francisco de Oviedo, la Semana de los Premios. Un bello acto cultural con animada participación de público, de todas las edades, en una noche de temperatura veraniega que finalizó con una copa de vino sudafricano caliente. Y, como ya es habitual, sin ninguna presencia política vinculada a la cultura o a los equipos de gobierno del Ayuntamiento o el Gobierno regional. El perfil crítico de Kentridge hacia la historia de su país y del mundo actual, expresado en una original mezcla del dibujo con la animación, la escultura, la música y la escenografía, resulta escasamente atractivo para quienes nos representan a nivel institucional. En los últimos años, es la ciudadanía la que apoya con su masiva asistencia a los actos, en las diferentes ciudades, el original programa que la Fundación realiza con los premiados, gratuito y abierto al público.

Este año, las actividades alcanzan una mayor relevancia internacional con la presencia, de los tres principales artífices del Laboratorio LIGO, los físicos Kip Thorne, Rainer Weiss y Barry Barish, galardonados por sus trabajos e investigaciones que permitieron el descubrimiento de ondas gravitacionales. Los tres, premio "Princesa" de Investigación Científica y Técnica, acaban de recibir el Nobel y un grupo de alumnos de Primaria y de la Universidad podrán asistir, en Asturias, a sus charlas y conferencias; todo ello en la semana en que decenas de telescopios captan, por primera vez, luz y ondas gravitacionales de una explosión producidas por la fusión de dos estrellas de neutrones, un acontecimiento científico mundial.

Lo mismo ocurre con el resto de los premiados: la escritora británica Karen Armstrong, especializada en religiones; el poeta polaco Adam Zagajewski, voz fundamental en la lírica europea; esos magos de la comunicación, la música, el lenguaje y el humor que son "Les Luthiers"; los "All Blacks", selección de rugby de Nueva Zelanda, de la que también disfrutarán estudiantes y deportistas asturianos, y la Hispanic Society of America, el museo y biblioteca de Nueva York que custodia y estudia el arte y la cultura de España, Hispanoamérica y Portugal.

Los únicos que estarán ausentes de esta programación -aunque han enviado un grupo de músicos de la Orquesta- son los líderes de la Unión Europea, que recogerán el premio de la Concordia el mismo día de la ceremonia, tras celebrar una cumbre de jefes de Estado: Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo; Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión, y Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo.

En ellos centran este año las Comisiones de la Dignidad su protesta, por el trato dispensado a los refugiados. Hablan de los "Premios de la vergüenza", pero olvidan que los galardonados, cada uno en su ámbito, lucha por la dignidad. Y que la Unión Europea, con todos sus innumerables y serios problemas -y el que reivindican es uno de ellos-, con sus capitales y tiburones, con su burocracia y también buen hacer, sigue siendo uno de los pocos lugares del mundo en los que se vive dignamente, uno de los menos injustos y uno de los más libres.

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