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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Sin respuesta ni palabras

Faltan palabras para explicar lo inexplicable. La querida Cataluña fue requerida por el Gobierno de Mariano Rajoy para que su responsable, Carles Puigdemont, respondiera si se había declarado independiente o no y respondió que no respondía. Puigdemont no se sintió requerido, no dio respuesta y nunca fue más literalmente irresponsable. Cataluña vive en un estado de independencia indiccionaria: sin palabra y, por tanto, sin definición, sin equivalencia y sin explicación.

Así, la independencia de un territorio va por barrios. Los partidarios de la independencia están enfadados porque cree que no se ha declarado y los contrarios a la independencia están enojados porque opinan que sí. Hay infelicidad y descontento. Hay indefinición independentista, pero hay indicios. Los bancos se han ido. ¡Qué independencia no empieza perdiendo dinero! La independencia se inicia cuando uno deja de depender de otros y cambia las estanterías por cajas de fruta pintadas de colores o por las billys de la república independiente de mi casa. Pero el Govern quiere la independencia, la herencia y la indemnización.

Lo puigdemontiano es muy "in". La inacción del mayor de los Mossos d'Esquadra (su única gente de armas) el pasado 1-O da lugar a un delito y se dice sedición.

Cuando faltan palabras o no hay acuerdo sobre el significado de las que existen es imposible dialogar. Por eso, no responder alienta el artículo 155 de la suspensión de la autonomía ya suspendida por la independencia improclamada o indefinida, indiccionaria.

Con ella hacen caja los partidos que llaman patriotas a los abanderados (habría que crear la palabra "bandereros") mientras lo que aumentan son los inindependentistas. Nos faltan palabras.

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