La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sobre los presos políticos

Tras el encarcelamiento de "los Jordis" por delito de sedición

Debían de estar muy seguros Jordi Sànchez y Jordi Cuixart de que la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela acabaría dictando prisión provisional sin fianza contra ellos como presuntos autores de un delito de sedición porque con carácter previo ya habían grabado un vídeo anticipando la medida. Un mensaje corto pero abundante en recomendaciones de comportamientos pacíficos a sus seguidores y de denuncias contra un Estado opresor que parece ajeno al clamor democrático que vive Cataluña. Y todo ello en un tono amable y conciliador como corresponde a dos líderes sociales que han hecho del victimismo y del pacifismo retórico la principal bandera de su actuación política.

Desafortunadamente para ellos, los hechos por los que están siendo juzgados no son las pacíficas y multitudinarias Diadas de años anteriores, de las que los dos Jordis fueron reconocidos y eficaces organizadores, sino los tumultuosos acontecimientos ocurridos el pasado 20 de septiembre, cuando una multitud airada de miles de personas cercó una sede de la Generalitat para impedir que una comitiva judicial cumpliera una orden de registro. La secretaria de esa comitiva tuvo que huir por el tejado de la ira popular y a los guardias civiles encargados de transportar los documentos objeto de investigación se les impidió la salida durante horas hasta que una dotación de los Mossos se lo permitió de madrugada en medio de una gran tensión. Durante esa espera, tres vehículos de la Guardia Civil fueron golpeados e incendiados y en las imágenes brindadas por las televisiones todos pudimos ver cómo el señor Jordi Sànchez y el señor Jordi Cuixart, subidos al techo de los destrozados automóviles, arengaban a la multitud con ayuda de un megáfono pidiendo que no desistiese del cerco.

Yo comprendo que liderar una "masa cerrada" (la que tiene el límite de espacio, lugar y accesibilidad, si hemos de seguir la clasificación de Elias Canetti) es mucho menos complicado de liderar que una "masa abierta' que crece y se desintegra siguiendo impulsos momentáneos. Las famosas Diadas, que fueron el alimento espiritual del soberanismo en esta fase última de acceso a la independencia, fueron un ejemplo magnífico de "masa cerrada", y en ellas los dos Jordis se movían como pez en el agua. En cambio, los sucesos del 20 y 21 de septiembre fueron la muestra más acabada de "masa abierta". Y ahí los dos activistas catalanes se dejaron arrastrar por la fuerza vindicativa del tumulto que pretendían dirigir.

Los jueces no son propicios a dejarse enredar en el resbaladizo terreno de la preterintencionalidad, y analizarán los hechos en base a testimonios fiables y documentos que obren en su poder, entre los que han de figurar las imágenes por todos conocidas. ¿Es bastante eso para calificar unas conductas como sediciosas?. Eso ya lo dirá la Justicia a su debido tiempo, que es un tiempo que discurre mucho más lentamente que el de la política. Conocido el encarcelamiento de los líderes de Asamblea Nacional de Cataluña y de Omniun Cultural, Puigdemont ha dicho que "tristemente en España vuelve a haber presos políticos". Un juicio exagerado. No es lo mismo un preso político que un político preso.

Compartir el artículo

stats