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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El abrazo de los excepcionales

En memoria de Chano Castañón, pescador riguroso al que la mar se llevó sin aviso

Para un pescador, la mar es el eterno femenino, la hembra posesiva que busca cortejar aun a sabiendas que te arrancará la vida al menor descuido para alimentar su hambre con las almas inquietas que osan sortear los límites fronterizos de la república oceánica. Así ha sido durante milenios y seguirá siendo hasta el fin de los días.

Además de cruel, la acechante mar resulta en ocasiones premonitoria. En un reciente reportaje en una revista especializada, el llorado pescador Chano Castañón hizo una reflexión que acabó trágicamente por cumplirse: "Sé y siempre pienso que algún día podré darme un buen tortazo. Estas rocas no están hechas para cualquiera; soy consciente del riesgo que asumo cada vez que voy a pescar".

Un buen pescador sabe leer la mar, y para Chano la costa en la que perdió la vida era un libro abierto sin notas a pie de página. Y el pedrero sinuoso donde practicaba "spinning" a caña, una biblioteca borgiana de Babel, como los anaqueles de "Paradiso".

Tú le lanzas con la caña señuelos a la mar y ella, gustosa del abrazo de los excepcionales, responde tarde o temprano con cantos de sirena. Tal vez esa mañana fatídica del miércoles Chano, desprevenido, dejó de ser Odiseo laertiada "igual a Zeus en prudencia" para caer desprevenido en un ardid tendido por Océano.

La mar que lo llevó, lo devolvió presurosa después de posar sus labios de hielo sobre la boca amoratada del pescador. Descanse en paz Chano Castañón, y ya que la mar le ha sido leve, leve también le sea la tierra.

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