La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Surferos salvavidas

Suerte tienen algunos descerebrados de que la playa de San Lorenzo sea paraíso surfero

Suerte tienen algunos descerebrados de que la playa de San Lorenzo sea paraíso surfero los fines de semana desde que amanece, puesto que los jinetes de las olas acarrean en otoño y de manera anónima las funciones de salvamento que quedan desatendidas, como es lógico, al finalizar la temporada estival.

Ocurre que a partir de octubre el litoral urbano se convierte en territorio óptimo para la práctica del surf, especialmente en mañanas como las de ayer, en que el oleaje era soberbio. Y ocurre también que los excesos alcohólicos no tienen época del año más propicia que otra, y a algún insensato al que tras una noche de desenfreno aún le queda algo de sangre en el sistema etílico se le pasa por el cerebro reblandecido la genial idea de apagar la cogorza con un baño de mar, aunque el Cantábrico se manifieste bravo y desafiante, como ocurría ayer.

Semejante inconsciencia obliga a los surferos a ejercer de salvavidas, como ha ocurrido ya en bastantes ocasiones y como volvió a repetirse ayer en San Lorenzo, no una ni dos, sino tres veces. La ordenanza municipal de buena conducta debería incluir cuantiosas multas como castigo a los botarates que por su mala cabeza obligan a un amplio despliegue de medios para sacarlos con vida del agua. Si las imprudencias se pagan, es preciso también abonarlas en metálico, que no van a estar siempre los surferos pendientes del primer cantamañanas que se introduce en el mar con un melopea de escándalo, como si fueran los ángeles custodios de tanto zote temerario.

Compartir el artículo

stats