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Alberto Menéndez

Podemos y Cataluña

La posición de los morados ante el desafío independentista desata críticas internas

Tenía que suceder antes o después. Que la postura mantenida por Pablo Iglesias y la cúpula dirigente de Podemos con respecto a Cataluña iba a acabar levantado ronchas internas era previsible. Mirar sólo para los independentistas como está haciendo el líder nacional de la formación morada no está bien visto por dirigentes o exdirigentes de otras comunidades autónomas. Sorprende que hasta ahora nadie relevante entre los podemistas haya levantado con fuerza la voz para oponerse a la estrategia actual de la organización presuntamente de izquierdas (aunque en ocasiones más parece estar en la onda de la antisistema catalana CUP), aunque también es cierto que no debe extrañar este silencio interno: sólo basta fijarse en lo sucedido a Íñigo Errejón para saber cómo trata Iglesias a los discrepantes.

Ayer, por fin, una voz cualificada de Podemos -aunque desde hace ya tiempo en un voluntario segundo plano-, Carolina Bescansa, discrepó abierta y públicamente de la posición oficial del partido. Quizá Pablo Iglesias y sus seguidores debieran tener en cuenta las declaraciones de la diputada crítica y rectificar, o al menos matizar, su contundente política para Cataluña. Por su propio bien. Me explico: si de algo sabe Carolina Bescansa es de sociología, de encuestas, de tendencias de opinión. Casi seguro que se ha percatado de que el camino seguido por Iglesias desde hace ya tiempo puede que sea rentable electoralmente en la autonomía catalana (que sirva a Ada Colau y a Xavier Domènech), pero no en la mayoría del resto de las comunidades, entre las que, por supuesto, se encuentra Asturias, en donde caerían las expectativas de voto de los podemistas.

Lo más probable es que Bescansa haya alertado internamente a sus compañeros de formación de los peligros que para los intereses políticos de Podemos tiene de esa deriva “independentista” y que Pablo Iglesias y su gente de confianza no le hayan hecho caso. De ahí su decisión de hacer público lo que piensa no sólo teóricamente, sino en base a análisis demoscópicos.

La dirección de Podemos Asturias, o al menos su portavoz en la Junta General del Principado, Emilio León, parece que en esta ocasión sí forma parte de la corriente “oficialista” de la organización -un partido que en el Principado se define más como “transversal” que de “izquierdas”, de ahí sus problemas para llegar a cualquier tipo de pacto con PSOE o IU-, algo que ha venido evitando de forma reiterada.

En todo caso, lo dicho ayer por Emilio León de claro tiene muy poco, por mucho que él insista en lo contrario. ¿Qué es que con afirmar que no sirve la vía de Rajoy ni la de Puigdemont ya basta? Parece de broma. Que de lo que se trata es de algo muy serio, de ilegalidades manifiestas cometidas por unos gobernantes determinados, los independentistas catalanes.

Da la sensación de que León quiere quedar bien con Pablo Iglesias y su grupo de presión sin mojarse demasiado. Pero es que eso, en las actuales circunstancias, no sirve de mucho, ni a él ni a la organización que representa. Relacionar, ponerse a hacer comparaciones, con la que está cayendo, entre el artículo 155 de la Constitución y el 47, el derecho a la vivienda digna, está fuera de lugar. Cada cosa, cada debate, a su tiempo. Mezclándolo todo, dedicándose más a la politiquería que a la política con mayúsculas, está haciendo un flaco favor a todos aquellos ciudadanos que tienen derecho a una vivienda digna y que no quieren que su problema acabe siendo apéndice de otro.

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