La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sol y sombra

El momento de la verdad

El Estado se prepara para actuar, o quizás no, en territorio comanche

La realidad de España no se circunscribe exclusivamente a los independentistas que celebran exultantemente la "república catalana como estado soberano" y a los españoles que exigen para los sediciosos el camino de Soto del Real. Hay matices de sobra.

¿Qué deparará el famoso artículo 155? Ceses y algo de manga ancha. Para controlar las principales instituciones de Cataluña sería necesario algo más que dar los buenos días, las buenas tardes o las buenas noches. ¿Estamos preparados para que el Estado ejerza la fuerza necesaria para sofocar una rebelión y poner a sus cabecillas en el lugar que les corresponde? Lo dudo. Por eso, Rajoy, para quitarse el problema de en medio, convoca elecciones en diciembre con el riesgo de volver al mismo sitio.

Haber esperado tanto tiempo para atajar la insurrección, aguardar a que el criminal cometa el crimen que llevaba anunciando y perpetrando para actuar en contra suya y reinstaurar la legalidad, significa tener que enfrentarse a la hora más tenebrosa y a los hechos consumados con todos los inconvenientes que acarrea la resistencia más eufórica del secesionismo fundamentalista. ¿Qué el subidón bajará? No se sabe. ¿Qué el pequeño país tiene los pies de barro y ningún reconocimiento internacional? Cierto. ¿Qué le aguarda menos futuro que un avión a pedales? También. Pero es verdad que por cada minuto que pierden los constitucionalistas la firmeza se resquebraja. Los indepes gual no tienen media hostia, pero la presencia del Estado en Cataluña es una sombra anoréxica y va a costar recuperar el espacio perdido y garantizar aunque sea provisionalmente el orden en un territorio comanche.

Compartir el artículo

stats