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Sol y sombra

Campaña de mentiras

Para desescombrar tanta demagogia hace falta mucha pedagogía

Puigdemont está dispuesto a ser el candidato del procés desde el extranjero. La orden internacional de busca y captura ya ha sido emitida por la magistrada de la Audiencia Nacional. El primer acto de su atolondrada campaña consistirá en esquivarla. El nacionalpopulismo se ha unido en España bajo el discurso demagógico de los presos políticos y de la represión franquista. Produce espanto y al mismo tiempo risa, pero así es la vida.

Iglesias, Colau, Garzón, Rufián, Llach, los reyes del mambo de la CUP, los partidos del procés y el resto de los hiperventilados de la republiqueta nonata, son víctimas de la falta de educación democrática e intentan de manera interesada y repugnante difundir la idea de un Gobierno que mete en la cárcel a sus opositores políticos. Los ultraderechistas flamencos están de acuerdo y airean consignas contra la opresión. Assange, también, y Yoko Ono, tres cuartos de lo mismo. Maduro, no hace falta decirlo, siempre ha respetado a sus opositores. Por eso apoya a Puigdemont.

El subterfugio, al igual que la mentira, tiene las patas cortas, pero las piernas de los charlatanes son muy largas en un país demasiado expuesto a ellos por culpa de la ignorancia. En un estado garantista, como es el español, una juez actúa y dicta órdenes al margen de lo que le conviene al Gobierno y a los partidos demócratas, para los que seguramente resulta un inconveniente que el nacionalismo y sus cómplices puedan plantear una campaña difamatoria recurriendo al falso mantra de que Rajoy encarcela a sus adversarios por pensar distinto.

Es indispensable hacer pedagogía pero no va a ser suficiente para desescombrar tanta demagogia e indigencia mental como hay.

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