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Tino Pertierra

Sólo será un minuto

Tino Pertierra

Declaración de independencia

Carlos: "Tengo prisa. No llego tarde a ningún sitio, pero la tengo igual. Odio esperar y no me gusta que nadie decida la velocidad por mí. Es mi carácter. Independiente a más no poder. Además, yo no tengo la culpa de que la mayoría de la gente no tenga un coche como el mío. Es un crimen no poder llevarlo al límite de su potencia. Ir por la autopista cuando hay mucho tráfico es una tortura, obligado a adelantar una y otra vez a tortugas que entorpecen mi carrera. Cuando me encuentro con algún mediocre envidioso que no se aparta al instante tras haber adelantado con su patético trasto de precio ridículo, me enfurezco y me pego a su culo para que note mi presencia y perciba las diferencias entre él y yo. Si por mí fuera no habría leyes que impidieran independizarse a los más poderosos. Pero las hay y me obligan a reducir la velocidad. A veces me salto las normas y me cae alguna multa, pero el dinero no es problema. Me quitan puntos, pero para eso tengo a mi mujer, mis padres y mis suegros: comunico que el coche era conducido por ellos y me libro. Mi madre ya no tiene ni uno. Pero no le importa, porque coge el coche de Pascuas a Ramos. Bueno, cogía, hasta que me cazaron a 180 en un límite de 90. Sé que no resulta muy creíble que una adorable señora de 70 años vaya a esas velocidades, pero mientras cuele?

Tengo prisa, repito, aunque es mi día de descanso. Y he pillado en rojo ese maldito semáforo que se toma con mucha calma el cambio de color. Alguna mente obtusa decidió que el tráfico urbano fuera controlado con semáforos. Eso está muy bien para los que no tienen capacidad para manejarse solos, pero es un engorro para los que, como yo, estamos preparados para tomar las decisiones más convenientes cuando queramos. Miro a mi alrededor. No hay policía cerca. Algunos peatones se acercan para cruzar. Una señora me mira con desconfianza. Aprieto el acelerador ligeramente y el motor ruge como un león hambriento. Nada me impide cruzar en rojo. No sería la primera vez. Ni la última. La señora pasa delante de mí. Seguro que va tan despacio para fastidiarme. Qué mala es la gente".

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