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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Al corro de la patata

Ya no comeremos ensalada en Gijón (ensalada de verano, que decía mi abuela de aquélla de la huerta que llevaba patata cocida, escabeche, cebolla, tomate y pimiento verde, aliñada con aceite de almazara y vinagre de vino), ni los escolares jugarán al corro de la patata, al menos con la acepción autóctona del tubérculo, por culpa de un molesto bicho venido de fuera.

La polilla guatemalteca es en insecto lo que el plumero de la Pampa en adorno para jarrones: un oriundo de otras latitudes con ánimo invasor que nos destroza, por un lado, las plantaciones patateras y, por el otro, nos afea alarmantemente el paisaje. Cuando la plaga de polilla se extendió por Monteana, se retiraron las papas abrasadas de los cultivadores locales y se prohibió la siembra. Sopesaron los técnicos que con esas medidas profilácticas sería suficiente, ya que, como dice el refrán, muerto el perro se acabó la rabia.

Pero no ocurrió así: a la mariposa de marras el sabroso tubérculo de esta parroquia gijonesa le da alas, y ya se extiende y afecta en vuelo sin motor a todo el concejo. O sea, que hace unos meses estábamos con la polilla de Guatemala y ahora ha metamorfoseado en la polilla de Guatepeor.

Se sabe que las larvas escarban galerías en la patata como si fueran picadores del pozo Sotón y la dejan más negra por dentro que el sobaco de un grillo. Además aseguran los técnicos que la polilla ésta es de hábitos nocturnos, lo que obligará en la próxima siembra tras la cuarentena a poner serenos a vigilar las plantaciones. Para consuelo de los productores gijoneses del tubérculo más universal, sólo se me ocurre ofrecerles una solución en forma de palíndromo: "A la patata tápala".

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