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Vicente Montes

Guiños, celos, reproches y citas a solas

Las dificultades de entendimiento de la izquierda asturiana

El amor es cosa de tres: el presupuestario, se entiende, en el parlamento asturiano. La izquierda lleva toda la legislatura enfangada en su debate de tríada imposible y todo parece indicar que así extinguirá sus últimos días el mandato de Javier Fernández: sin billar a tres bandas con cuentas aprobadas por carambola. Cuando se flirtea (sabido es que la seducción conlleva fuertes dosis de mentira), como ayer hizo Emilio León con promesa de mieles de acuerdo si Fernández se esmera, siempre se desatan celos y reproches de quien se siente despechado. Izquierda Unida, que ha llevado hasta el paroxismo el juego de la ruptura de su alianza inicial con el PSOE, quiere dar a entender que su respaldo a las cuentas del Gobierno no está tan regalado como parece. Y más si se tiene en cuenta que el pasado año la dirección de la coalición terminó por tumbar un acuerdo presupuestario que Gaspar Llamazares daba por hecho.

El Partido Popular y Ciudadanos lloran ahora el desdén de Javier Fernández después de que por dos ocasiones -en el caso de los populares-, le sacaran al Gobierno las castañas presupuestarias del fuego. Se notó en la presidenta del PP, Mercedes Fernández, el malestar al comprobar que quien otrora consiguió de la derecha cuando su izquierda afín le negaba un respiro, ahora busque otra vez ese apoyo ansiado pese al rosario de "noes" acumulados. Con Foro ya es otra cosa: es personal.

En el fondo, el resultado de estas pasiones a seis no es vital para el Gobierno. Una prórroga presupuestaria por acumulación de calabazas tampoco desencanta el ánimo en el Ejecutivo de Javier Fernández, en franca sensación de fin de ciclo y con el arma del discurso cargada para decir que fueron otros los que no quisieron aprovechar lo que resta de legislatura. Resulta paradójico que en el ciclo de la irrupción de la nueva política el resultado haya sido un puzle de desacuerdos y bloqueo.

La salida intermedia sería la abstención de Podemos que, con el respaldo de IU (ojo no haya sorpresas), permitiría al Ejecutivo sacar adelante las cuentas y a los morados quitarse ese sambenito de ser un muro. Pero con Podemos ya en los movimientos previos a su asamblea resta por calcular qué opinan las bases. ¿Y una consulta telemática?

Hay desconfianza entre los morados, que temen que la promesa de una oficina anticorrupción acabe en la papelera aduciendo dificultades jurídicas, y que la oferta sobre las escuelas infantiles lleve gato con liebre. Cuando se parte de la desconfianza es difícil darle la vuelta a la tortilla.

Hay también gestos que, quizás inconscientes, delatan. No se vio a Barbón ni acercarse a Javier Fernández: en cambio tuvo un aparte con Emilio León que a más de uno le pareció forzado.

En todo caso, el desenlace a este cortejo a tres vendrá en los "vis a vis" que se avecinan. Hoy es el turno de Podemos (la reunión de ayer quedó aplazada); mañana pasará Izquierda Unida. Será además, con la consejera de Hacienda Dolores Carcedo, bastante más dada a dulcificar el ambiente que Javier Fernández.

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