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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

La facundia de Herrera

Paco Herrera, entrenador del Sporting, hombre curtido y de parecer sereno, ha conseguido un récord impensable a estas alturas de la temporada, cuando apenas se ha cubierto un tercio de la Liga: desesperar a la grada mucho antes que Sandoval.

Herrera, que llegó con la vitola de técnico-ascensor, parece ahora una avioneta sin motor que cae en picado. Aunque queda tiempo para enderezar el vuelo y a la vista de que la travesía general anuncia frecuentes altibajos, conviene que el entrenador enderece el morro cuanto antes.

Pongamos que Herrera es un buen entrenador, que lo ha demostrado con creces a lo largo de su carrera, pero Gijón no es plaza sencilla, por el peso de la responsabilidad y de la camiseta, que en vez de tela sintética parece hormigón armado entre pecho y espalda de la mayoría de los integrantes de otra plantilla renovada a destajo a la que se le han visto bien pronto las costuras.

El problema son los mensajes contradictorios. Si el míster se dirige a los jugadores con idéntica facundia con que se desenvuelve ante los micros, pasando del negro al blanco y del blanco al tinto de una jornada a otra, razonable resulta pensar que los jugadores no saben por dónde se andan; si hay que recular o tocar a retreta; si entregar la pelota lastimosamente o correr tras de ella con la lengua fuera.

En agosto dijo -basta con recurrir a las hemerotecas- que era partidario de plantillas cortas porque "soy de tirar de la cantera". El domingo, por primera vez en muchos años -y hay quien asegura que aún mucho más lejos- no saltó al césped de El Molinón de inicio ni un solo futbolista asturiano. ¿En que quedamos, Paco? Espabile, buen hombre, o va a durar menos que el programa televisivo del otro Herrera.

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