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Sol y sombra

Honorable de verdad

Nadie olvidará la firmeza de Maza en defensa de la Constitución

Hay coincidencia en que José Manuel Maza era un buen fiscal y un hombre justo. Los juicios miserables en las cloacas de internet y la mezquindad política que tuvo que soportar en el Parlamento son, en su caso, anécdotas que no hace otra cosa que engrandecer la vida honorable de un servidor público dispuesto a cumplir con su deber.

El deber de Maza fue defender el Estado de derecho y la Constitución de quienes los atacaban. No le tembló el pulso, por ese motivo se granjeó enemistades. Pero, a la vez, una gran admiración por haber situado en el centro del debate la separación de poderes haciéndola efectivamente creíble. Hasta el punto que no dudó en oponerse a la decisión del Tribunal Supremo de fijar una fianza para los miembros de la Mesa del Parlament, acusados de rebelión. Su determinación, junto con la de la juez Lamela y el discurso del Rey, es uno de los gestos de firmeza frente al desafío separatista que más han agradecido los españoles en estos tiempos de zozobra.

La independencia con que ha actuado Maza en el complicado asunto del procés, sujeto a interpretaciones políticas de todo tipo, hará que la actuación de su sustituto sea examinada con lupa. Su criterio en defensa del interés público debería ser escrupulosamente seguido por el que lo releve en el Ministerio Público. La consecuencias de la rebelión, antes de ponerse a hablar de ortras cosas, deben ser analizadas con estrictos criterios jurídicos penales. Será la única forma de actuar con ejemplaridad en un asunto que la requiere como ningún otro. No se conoce sedición sofocada en la que los sediciosos no hayan recibido castigo.

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