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Millas

El trasluz

Juan José Millás

Nostalgia del pezón

La expresión "medicina personalizada" significa que vas al médico y te trata como a un individuo, no como a un colectivo. Un médico normal, del montón, observaría una faringitis como cualquier faringitis, mientras que un médico caro la escudriñaría como "tu" faringitis. Seguramente no hay dos faringitis idénticas, sobre todo si comparamos la de un rico con la de un pobre. De ahí que requieran procedimientos diferentes. Hablo de la faringitis porque la mía es crónica por razones de orden psicológico. Mi psicoanalista dice que en realidad se trata de una vaginitis faríngea: una de las formas más comunes de la llamada "envidia de vagina". Quizá sea cierto, pero estoy seguro de que no me haría sufrir tanto si me la trataran de forma personalizada. Es decir, no como si fuera una faringitis cualquiera, sino como si fuera "mi" faringitis (o "mi" vaginitis, igual me da).

La medicina personalizada, que es un lujo, avanza al mismo ritmo en el que disminuyen las prestaciones sanitarias de carácter público. El mercado del lujo, pese a la crisis, no deja de crecer. Se venden más yates que nunca y a los restaurantes de cinco tenedores les faltan mesas para atender a sus clientes. Se debe a que la cocina personalizada también se encuentra en fase de expansión. Hay sitios en los que, antes de servirte, te preguntan si tienes alguna alergia. Ir al restaurante caro empieza a parecerse a acudir al médico, porque en los dos sitios te hacen las mismas preguntas. A las alergias, debido a su carácter psicosomático, le vienen muy bien los tratamientos personalizados, incluso multidisciplinares, que salen por un ojo de la cara.

La cuestión es que no dejo de leer artículos sobre la medicina personalizada en un mundo donde la despersonalización es la tónica. Y me extraña, me extraña mucho que el progreso vaya por un sitio y la realidad de las enfermedades por otro. Por eso, cuando me recetan un antibiótico estándar para combatir mi faringitis (o vaginitis) particular, me pregunto qué hacer, si tomarlo o no. Por lo general, decido que no, de ahí la cronificación, que mi médico atribuye al tabaco. Pero es que mi tabaquismo tampoco es común. Fumo por nostalgia del pezón.

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