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Sol y sombra

Asimetría financiera

Los privilegios económicos vascos, un asunto difícil de lidiar

Los privilegios forales son injustos, no suscitan otra cosa que antipatía por permanecer intocables como un instrumento desigual de financiación y un agravío comparativo entre las regiones. Son, si quieren, la prueba flagrante de la rendición del Estado al nacionalismo más egoísta e insolidario.

El cupo vasco, como el precio que el Gobierno tiene que pagar al PNV para afianzar la legislatura y garantizar unos presupuestos, ofrece, además, el peligro del riesgo de contagio, en un momento en que puede existir la tentación de plantear un concierto económico similar en Cataluña para que sus irresponsables dirigentes desistan por ahora de la vía independentista. Siendo inaceptable la situación vasca pero hasta cierto punto inevitable por su blindaje constitucional, extenderla supondría un auténtico despropósito. Una forma de ceder de manera vergonzosa en el pulso que el Estado libra con la Generalitat, institución experta durante mucho tiempo en obtener ventajas de sus órdagos separatistas.

El delicado equibrio que el Gobierno tiene que mantener frente a esta delicada situación determinará su supervivencia en los próximos meses. Los socialistas tendrán que lidiar también con las contradicciones que arroja su presencia acomplejada con el nacionalismo en el País Vasco y Cataluña con las pegas que otras comunidadas en sus manos, entre ellas Asturias, plantean a las ventajas de los favorecidos, las que existen y las que se sospecha pueda acarrear en el futuro inmediato el desafío catalán.

Los partidos verdaderamente nacionales tendrían que suscribir un pacto para que los conflictos nacionalistas no atasen de pies y manos a los sucesivos gobiernos en contra de los interes generales del país.

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