Massimo Borghesi, profesor de Filosofía moral en la Universidad de Perugia, ha publicado un libro, que acaba de salir al mercado en Italia, sobre la génesis y el desarrollo del pensamiento del Papa Francisco. El autor ha sistematizado las declaraciones que el Pontífice le hizo llegar por medio de archivos de audio, grabados en el primer trimestre de 2017, en los que le proporcionaba, según demanda, la información que precisaba para la confección de la obra. Se titula "Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intellettuale". La ha editado Jaca Book.
Por su interés y legibilidad, cabe imaginar que será traducida pronto al español. Y porque un libro sobre este argumento era ya necesario para contrarrestar los juicios denostadores acerca del Papa, de su formación, de su bagaje cultural y de su cualificación intelectual. Ha sido tildado de populista, peronista e ignaro de la gran tradición filosófica, teológica, literaria y artística de Europa. Sólo por el mero hecho de ser sudamericano y porque, cuando habla, se complace en la gramática de la simplicidad, que no es, sin embargo, la del simplismo. En fin, las consuetas objeciones de un endoeuropeísmo fatuo y de una tontería filática.
Por otra parte, quien tenga el atrevimiento de enjuiciar negativamente el índice cultural argentino es porque no conoce la vitalidad intelectual de aquel país ni ha tenido la fortuna de visitar sus magníficas librerías y bibliotecas. Pero es que, además, los autores que el Papa califica de maestros, en la amplitud de su proceso de formación, son jesuitas franceses y conspicuos representantes de la denominada Escuela de Lyon: Henri de Lubac, Gaston Fessard y Michel de Certeau. Ellos le han conferido la idea de la dialéctica polar, antinómica, que ha de unificarse en "coincidentia oppositorum", en una solución agónica por medio del contraste, para alcanzar una armonía que es obra del Espíritu Santo, autor al mismo tiempo de la pluralidad y la unidad.
Ahí radica precisamente el núcleo del pensamiento de Jorge Mario Bergoglio: la compleja relación entre unidad y diversidad, desde la que adquieren forma tres parejas polares (plenitud-límite, idea-realidad y globalización-localización) y cuatro principios (el tiempo es superior al espacio, la unidad es superior al conflicto, la realidad es superior a la idea y el todo es superior a la parte). Asimismo, la lectura de un librito escrito en alemán, titulado "Über die Theologie des `als ob´" (La teología del "como si"), fue decisivo para él en su descubrimiento de la "polaridad dialéctica", en la que intentó ahondar por medio de la lectura de las obras de Romano Guardini, Erich Przywara y Hans Urs von Balthasar. Fue ésta también la que lo condujo al encuentro con Amelia Podetti, perspicaz filósofa argentina, y con Alberto Methol Ferré, destacado intelectual católico de Uruguay.
Como se puede apreciar, Jorge Mario Bergoglio ha realizado un interesante recorrido intelectual, que es preciso desentrañar y conocer. Como se ha hecho con Karol Wojtyla. Cuando éste accedió al Sumo Pontificado, la Iglesia se esforzó por entender su "forma mentis" y sus modos de acción pastoral. Hubo que estudiar la historia del cristianismo en Polonia y profundizar hasta la raíz filosófica desde la que configuró su discurso sobre la cuestión moral o la relación entre la fe y la razón. Fueron, con ese propósito, extraordinariamente útiles los trabajos realizados por Rocco Buttiglione, Massimo Serretti, Tadeusz Styczen y Angelo Scola. Y con el Papa Francisco habría que emprender una labor semejante, para elucidar su pensamiento, denso, elaborado, complejo y muy bien acogido en las periferias existenciales de la sociedad contemporánea.
