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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Otra vez las dos Españas

No resulta conveniente desenterrar cada cierto tiempo a las dos Españas, la azul y la roja, la apostólica y la laica, la avanzada y la retrógrada, la de Cánovas y la de Sagasta, que deberían permanecer encerradas bajo siete llaves en las catacumbas de la historia reciente.

El problema de España es problema viejo. Procede, en su versión moderna, del debate intelectual que surge con el regeneracionismo, a finales del XIX, coincidiendo con la aparición de los nacionalismos periféricos que, a la vista salta, ahí siguen, dando guerra. La imagen más descriptiva de la división violenta y el enfrentamiento fratricida que ha tatuado de cicatrices el mapa de este país la trazó Goya en su "Duelo a garrotazos". Ese fresco es España, como al parecer algunos se empeñan en refrendar cada mañana de cada día: dos paisanos hundidos en el barro hasta las rodillas que se sacuden trancazos sin misericordia, hasta la extenuación.

Por estos motivos y otros más hizo mal Adriana Lastra en tildar a Albert Rivera de falangista. No vayamos a desenterrar cadáveres que no merecen gozar de buena salud, como aquellos muertos de teatro de Ruiz de Alarcón. Tampoco se le encuentra parecido aparente al líder de Ciudadanos con Onésimo Redondo o Ramiro Ledesma Ramos, que se echaban el pelo para atrás al fascista modo. A Rivera, los que le atacan le acusan de joseantoniano. Que lo hagan los independentistas catalanes puede tener un pase estratégico, pero que caiga en error tan grueso la número dos del PSOE supone un grave traspié. Y un suspenso en historia contemporánea. ¡Ay, España!, ese país cainita del que dijo Bismarck que era "el más fuerte del mundo, puesto que los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido". Y así continuamos, para bingo.

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