¿Sonarán clarines y timbales hoy en el Pleno municipal, o pitos y palmas de tango al paseíllo de los diestros de la bancada de la izquierda al redondel tapizado de cuadrilátero del ágora municipal? Le toca al Pleno lidiar, en la última sesión del año, un morlaco astifino, como es acabar con las corridas de toros en esta ciudad, donde se celebran acontecimientos taurinos desde hace más de 125 años.
Lo peor de la sesión plenaria que debatirá si hay que cerrar el coso de El Bibio y acotarlo en exclusiva para celebraciones etílicas de rango variable, es su horario tan poco taurino: comienza a las diez de la mañana y finaliza a las tantas de la tarde, que más que un festival de novilleros parece la maratón olímpica.
Se trata por lo general de un debate muy animado, el taurino, con tantos pros como contras, tantos dimes como diretes como corresponde a un país cainita, de claroscuros, que no admite tonos grises, de Juan Belmonte o de El Gallo. Y nadie se apea del caballo sin apretar a conciencia la puya. Quien peor lo tiene, como siempre, es el equipo de gobierno, que defiende los toros con la boca chica. ¿Se van los de Foro hoy a acochinar en tablas?
Además de previsible revolcón plenario para los antitaurinos de salón y de las afueras, que no parece que el PSOE vaya a alinearse a día de hoy con aquéllos que el toro sólo lo admiten en filetes, vuelta y vuelta, o estofado el rabo, los foristas recibirán riguroso castigo en el tercio de banderillas, cuando sobre la arena extienda la oposición el capote de los incumplimientos frecuentes y retrasos en materia de obras y ejecución de inversiones. O sea, que no abre hoy Moriyón la puerta grande.
