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Sol y sombra

La atonía tripartita

La gestión municipal en Oviedo, entre omisiones, errores y desconfianza

Poner a tres de acuerdo resulta más complicado que se entiendan dos, y alcanzar un nivel razonable de comprensión entre dos requiere mayor esfuerzo y generosidad que el simple hecho de entenderse uno mismo. Un somero repaso a los gobiernos tripartitos de los ayuntamientos españoles da idea del fracaso de sus cometidos. Les animo a que lo hagan si tienen paciencia y hemeroteca a mano. No hay uno que se salve, casi todos ellos son, en líneas generales, despropósitos sometidos además a incesantes tensiones y disputas. La génesis de un acuerdo tripartito suele ser: tres minorías suman para desalojar a una mayoría venida a menos en las elecciones y que ha dejado demasiadas plumas en el camino. El problema es que una vez logrado el objetivo queda asumir un proyecto compartible y eficaz para resolver los problemas de los ciudadanos. Ahí es donde falla la tricolaboración.

El tripartito de Oviedo, por ejemplo, acaba el año a trancas y barrancas en una situación precaria de desconfianza interna, omisiones administrativas, olvidos y numerosas páginas en blanco en su gestión municipal. Da la impresión de que PSOE, Somos e IU sólo se han entendido para extraer el polvo debajo de las alfombras del Partido Popular durante el Gabinato, convencidos de que lo único que puede salvar su prestigio es poner en evidencia los desmanes del adversario de la oposición. Si la fiscalización del rival se hiciera a la vez que la gestión propia avanza de manera fructífera para los ovetenses, el trabajo del tripartito de Oviedo resultaría rentable. Pero no es así, buscar aciertos en este Gobierno es infinitamente más difícil que tropezar con sus errores. Por no decir con su atonía política y administrativa.

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