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Sin interrupciones

Una época en la que se hace necesario en este país un saludable cruce de pedagogía

No hay manera. Ha habido elecciones en Chile, el Real Madrid ha ganado un torneo, Keith Richards ha celebrado su cumpleaños pero no hay manera. Es que no hay manera. En España, la atención no se ha movido del sitio. Demócrata de pacotilla, dice Iceta de Rivera. Mal anda de reflejos el líder de Ciudadanos: a Iceta le gusta Queen. Bueno, y también es verdad que cuando Maragall se puso en su día a pontificar sobre cuántas naciones hay en España, en algunos sitios cundió un desconcierto razonable. Conozco gente que había votado al PSC en aquellos tiempos esperando otra cosa. No es seguro cuánta peña está por la labor de aceptar el nuevo dogma de la plurinacionalidad: las modas tienen ciclos.Y ahora, en esta campaña prenavideña, tanta gente dice tantas cosas que las perlas se quedan por recoger. Una frase enternecedora la pronunció el candidato de la CUP en el debate dominical de la tele de moda cuando dijo estar educado en el respeto a los otros cuando hablan. Tiene razón. Interrumpir a quien está hablando es horrible y no sirve para nada. Es lástima que, con todo el lío que se ha montado, no quede tiempo para un saludable cruce de pedagogías y fijarse un pelín en la forma de debatir al Este del Ebro que, en efecto, es muy respetuosa con la palabra de quien la tiene- al menos por lo general. Cuanto más asilvestrada está una sociedad, más se interrumpe la peña que celebra un debate. Mal asunto. Ves una de esas tertulias futbolísticas en la tele y da la sensación de que los participantes hubieran recibido la consigna de gritar para darle sustancia al programa. Y luego pasa lo que pasa: el Real Madrid ha vuelto del extranjero con un título bajo el brazo y se ha encontrado un país ingrato que solo piensa en los debates de la Sexta, esa cadena en la que a los opinadores les gusta conducirse como ideólogos. Qué tiempos tan confusos los nuestros.

En Francia, Macron se fue a pasar el fin de semana a Chambord, en el valle del Loira. Hermoso lugar. En el Renacimiento fue un desastre: humedad y mosquitos y resfriados mortales en aquel castillo inmenso. Pero ahora da gusto, y Macron eligió la casa del guardabosques. Los franceses son muy buenos sacándole partido a su patrimonio histórico. Eso, como los debates bien ordenados, no debería ser una peculiaridad, sino cosa de todos. Valls fue más lejos que Macron, cruzó los Pirineos y se mojó en las elecciones. Es bueno cruzar fronteras- siempre que no sea para quedarte en Bélgica comiéndote los mocos. Ay. Qué diciembre llevamos.

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