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Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

La ciencia es femenina

La primera presidenta del CSIC, el Dios "neutro" de Suecia y el destierro del masculino en Corvera

Distorsionar la lengua para que parezca menos sexista está llevando a auténticas aberraciones. Durante la última semana, se han producido tres acontecimientos sintomáticos de las diferentes maneras -algunas ridículas y hasta contraproducentes- de perseguir la igualdad.

En la histórica sede del CSIC en la calle Serrano de Madrid, Carmen Menéndez tomó posesión como presidenta -la primera- de los científicos españoles. Oficialmente, la ceremonia estuvo centrada en los muchos problemas que acucian a nuestra ciencia, como la fuga de cerebros, la inestabilidad profesional y el abandono secular por parte de los gobernantes.

Sin embargo, en los corrillos del rancio vino español predominaron las conversaciones más frívolas sobre el "acontecimiento histórico", "el soplo de aire fresco" o "el necesario toque femenino". Hubo incluso algún veterano miembro del Consejo que llegó a poner en duda el bagaje científico de la doctora Menéndez, susurrando que no estaba mal, que sus estudios sobre el grafeno tenían su importancia, pero que tocaba que la elegida fuera una mujer. Es decir, que se trataba de una mera concesión al sistema de cuotas que inevitablemente provoca injusticias.

Mientras tanto, muy lejos de la muy conservadora calle Serrano de Madrid, en el país que presume de ser el más feminista del mundo, en el edén que un día fue Suecia, daban otro paso contra el dominio masculino. La iglesia luterana presentaba su manual para la liturgia adaptado a los nuevos tiempos. En el texto, se reducen las alusiones en masculino a Dios para favorecer las expresiones neutras. Es difícil de entender cómo se logra este propósito sin conocer las particularidades del idioma sueco, aunque baste con saber que existe un género indeterminado llamado realgenus. Más fácil es entender la invitación a llamar a Dios indistintamente padre o madre, o a fomentar las alusiones a la Trinidad, que a partir de ahora será denominada también en el mencionado género realgenus.

Gloria Pivetal recordaba con acierto en "El Confidencial" que esta modernidad sueca no debería dejarnos boquiabiertos ante la progresía báltica. Sin ir más lejos, en el Catecismo de la Iglesia Católica se puede leer textualmente que Dios "no es ni hombre ni mujer. Dios es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos".

En esta atribulada búsqueda por la igualdad, dos concejales de la localidad asturiana de Corvera -mujer y hombre- han ido más lejos que el CSIC y que la iglesia luterana sueca. No se han andado con chiquitas. Los dos miembros del grupo municipal Somos Corvera han decidido desterrar el masculino de la vida pública. No volverán a utilizar el maldito género machista en sus intervenciones públicas y en sus comunicados oficiales. Ya no sirve el corveranos y corveranas, siguiendo la extendida práctica de la vida política nacional. No, Rogelio Crespo y Luz María Bulnes se referirán, a partir de hora y en todas sus comunicaciones, exclusivamente a "las corveranas", a "las vecinas" o a "las ciudadanas". Si su objetivo era llamar la atención, lo han conseguido. En cambio, si pretendían hacerse entender por sus vecinos, han fracasado. Y es que no es de extrañar que a muchas corveranas -hombres y mujeres- les chirríe cuando su concejal Rogelio se refiera a sí mismo como nosotras.

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