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Camilo José Cela Conde

Hermanos

El Gran Hermano de la empresa china Face++, superado por el espionaje de los Mossos

Desde que Orwell publicó su novela "1984" hemos atribuido la condición de Gran Hermano a cualquier poder que hiciese uso de técnicas capaces de vigilarnos. Cabía sospechar que, al dar ese nombre a un programa de televisión, el círculo se cerraba sin dejar hueco donde meter más vejaciones. Así que aparece la empresa china Face++, encarnación real de la pesadilla vaticinada por Orwell, y apenas le prestamos poco más que una curiosidad divertida. Me ha sucedido a mí con un reportaje publicado en el diario madrileño El Mundo.

Explica ese periódico que Face++ hace uso de la acumulación gigantesca de información que permiten Internet y el mundo del Big Data para ofrecer un servicio sorprendente. Sus cámaras graban de continuo a los ciudadanos (y a los vehículos) de las ciudades chinas asignando a cada uno un código para que quede identificado. Las imágenes se cruzan luego con las de las bases de datos de la policía y, al aparecer la coincidencia con alguien en proceso de busca, se advierte de inmediato a las autoridades. Pero quien crea que Face++ se limita a convertirse en un gendarme en la nube se equivoca. Son los propios chinos los que se brindan a ser monitorizados -500 millones de clientes lo atestiguan- con el fin de que el Gran Hermano de veras les otorgue un Pasaporte del Consumidor que registra sus hábitos, puntúa sus virtudes -y sus vicios- e incluso nutre de datos a los servicios como Zhima que permiten obtener créditos de forma sencilla. Las autoridades, por supuesto, aprovechan Face++. El reconocimiento facial de los usuarios de los retretes evita que utilicen demasiado papel higiénico, y no digamos ya que lo roben. Peatones y ciclistas que cruzan los semáforos en rojo ven sus rostros exhibidos en grandes paneles, donde permanecerán hasta que paguen la multa.

Aquí vamos a la cola en el control total. Pero no por falta de ganas. En el mismo ejemplar del diario con el reportaje de Face++ aparecía la noticia de que los Mossos realizaron tareas de espionaje para los gobiernos de Mas y Puigdemont desde su papel de escoltas oficiales de los dirigentes del PP y de Cs. La labor se asignaba a los policías de perfil más nacionalista, cosa que facilitaba tanto la eficacia como la discreción. Los movimientos y las entrevistas de los políticos espiados se incorporaban a un informe confidencial. En un aspecto el control de los Mossos superaba las ventajas de Face++. De forma clandestina, la policía al servicio del Govern acumuló un expediente acerca de las prácticas delictivas -supuestamente, claro- de la familia Pujol, con el fin de saber lo que el juez instructor iba averiguando para poder advertir a los interesados. No está mal ese Pequeño Hermano de quienes hacen protestas de gran democracia.

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