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Sol y sombra

El catalán errante

Puigdemont no sabe cómo hacer para que lo invistan sin estar

Discrepo de Urkullu. No porque piense que no tiene razón al decir que no se puede gobernar un país vía internet. La tiene en el fondo, pero no en la forma. No es conveniente, efectivamente, gobernar Cataluña desde Bruselas, pero eso no significa que resulte imposible hacerlo en las actuales circunstancias y dado el valor que la palabra gobernar tiene para el prófugo Puigdemont, un sujeto que no ha tenido inconveniente en rehuir su responsabilidad de permanecer al lado de los suyos tras declarar una república que inmediatamente desistió de proclamar para salir de naja camino de Marsella. Puigdemont, según lo ve, ha ganado las elecciones y cree que tiene derecho a ser investido president del modo que sea, por poderes o telemáticamente, y así evitar ir a la cárcel.

Puigdemont ha dicho que la gente que no le quiere ver como presidente de Cataluña es la misma que viste y calza que no cree en la democracia. Es un tremendo error de percepción. Uno tras de otro. En primer lugar, Junqueras, que está viendo los toros a la sombra de Estremera, ya ha dado órdenes a su partido de que para votar la investidura de su compañero de fechorías éste tiene que estar presente. Exigirle al futuro president que asuma la responsabilidad por la que él mismo está pagando no se puede decir que no sea razonable.

Otro error de Puigdemont es creer que ha ganado las elecciones. No ha sido así, pero en teoría tiene más posibilidades que otros de repetir al frente de la Generalitat. El problema es que no sabe cómo, porque las salidas que se le ocurren para eludir su peaje penal todas ellas plantean serios inconvenientes. De momento, el huido tiene previsto escaparse a Rumanía para pasar el Fin de Año en casa de los suegros. Ya veremos cuando vuelva

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