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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Bosques terapéuticos

Hace unos años cuando alguien te quería mal o pretendía al menos mandarte al extrarradio de las quimbambas te gritaba displicente: "Cómprate un bosque y piérdete". En 2018 recién iniciado, quien realice semejante requerimiento le estará haciendo un enorme favor a tu salud. Según los japoneses, ese pueblo de amarillos tan escasos de talla como dueños de tradiciones milenarias, hay medicina volátil en el bosque que cura algunos de los males de nuestro tiempo, como el estrés, la hipertensión y la ansiedad que genera la vida urbana. Lo llaman "shinrin-yoku" y consiste en pasear entre viejos árboles, respirar hondo y permitir que se te cuelen por los pulmones compuestos naturales de efecto beneficioso sobre el sistema inmunitario.

¿Han caído en la cuenta de las posibilidades que ofrece Asturias para comprobar los efectos terapéuticos del bosque? Abandonen por unas horas la molesta y ruidosa ciudad, aparquen el auto en el camino, cálcense las botas de montaña y acometan la ascensión de la senda de hojarasca que conduce a la república de las maderas centenarias. Piensen en Muniellos, el mayor robledal de España; visualicen el océano sombrío de Peloño, inundado por más de 200.000 hayas; busquen acomodo en lugares de naturaleza emblemática como Hermo o Pome; maravíllense de los 8.000 tejos que crecieron durante siglos en el Sueve; abracen la cintura de robles y castaños como si se tratara de un hermano que vive lejos.

Entre los propósitos del nuevo año convendría por tanto una visita semanal a la carbayera del Tragamón, que es el bosque que a algunos nos pilla más cerca. Piensen en un momento si merece la pena que los urbanitas veamos pasar las horas convertidos en herramientas de nuestras herramientas.

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