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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Asturias no es Vermont

No es mala cosa que los Reyes sigan regalando a Asturias cada Epifanía toneladas de carbón. Ni siquiera en estos tiempos en que los mitos mineros se derrumban en las listas de las amnistías fiscales donde aparecen nombres como el del hombre que ponía presidentes y en que retornan los fantasmas de sábana negra de un pasado de chanchullos de oscura avaricia en juicios repetidos como el del "caso Camocha".

Es de agradecer a los Magos de Oriente que cada nuevo año sigan atracando en las dársenas de El Musel buques graneleros de negro mineral de importación para las térmicas y la siderurgia integral, para que no haya que embocar el futuro inmediato sin centrales que queman carbón ni factorías de Arcelor en Gijón y en Avilés. Si la actividad hullera ha sido durante décadas el principal combustible de esta región, no hay por qué quemar todo el carbón que quede en el brasero de las guerras en ascuas del PSOE de carboneros y bicarbonatos, de picadores y capataces.

Que viva el carbón pese a los anuncios derrotistas de Europa; que viva al menos hasta que Asturias tome el ejemplo de Burlington, una pequeña ciudad del noreste de Estados Unidos en el Estado de Vermont de poco más de cuarenta mil habitantes que sólo se abastece de energía procedente de fuentes renovables. En 2004, las autoridades locales decidieron dejar de comprar electricidad a una planta nuclear, principal proveedor de energía de Vermont, le echaron imaginación y hoy Burlington se abastece de un combo en el que casi la mitad de la energía procede de la biomasa, prácticamente la tercera parte es energía eléctrica y un cuarto lo genera el viento, con una mínima parte de placas solares.

Como quiera que Asturias no es Vermont ni Oviedo, Gijón o Avilés se parecen por asomo a Burlington, habrá que seguir creyendo en los Reyes Magos que siempre traen carbón, en las eléctricas y en los peces que beben en el río.

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