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Hijo adoptivo de Ibias y profesor del Instituto Elisa y Luis Villamil de Vegadeo

Ibias y Aurelio Menéndez

Así se forjó la intensa y emotiva relación del exministro y jurista con el concejo de sus raíces

He querido dejar pasar unos días, tras el fallecimiento de Aurelio Menéndez, para escribir en LA NUEVA ESPAÑA, un periódico que fue testigo preferente de los hechos que aquí voy a contar, las vivencias que con don Aurelio tuve el privilegio de compartir durante las casi dos décadas que participé del honor de dirigir el centro educativo de San Antolín.

Todo comenzó en junio de 1988, cuando, con apenas 26 años, me propusieron la dirección del Centro Educativo Aurelio Menéndez. Desde el primer instante fijé que una de nuestras prioridades tenía que ser el establecer estrechos vínculos con la persona que daba nombre a nuestra institución educativa, ya que desde su inauguración en 1981 apenas la había vuelto a visitar. Recuerdo la extensa carta, a modo de presentación, que le hice llegar y mi posterior viaje a Madrid para conocerle personalmente. Tengo en mi mente aquella primera entrevista en su despacho del Bufete Uría-Menéndez, en la calle Hermosilla, al que se accedía después de flanquear unas espectaculares puertas de madera noble. Fue una dilatada conversación, una inolvidable y cautivadora conversación, diría yo. En ella detallé nuestra intención de organizar un gran acto con motivo del décimo aniversario del colegio, en junio de 1991, que contara con su presencia en San Antolín. Y así lo hicimos. Planteamos al Ayuntamiento, presidido por José María Cancio, que le concediera la insignia de oro del concejo, que hubo que diseñar para la ocasión, y a la dirección provincial de Educación, que se implantara la Educación Infantil de tres años en Ibias, con motivo de ese décimo aniversario, lo cual se consiguió gracias al compromiso del entonces alto cargo de educación en Asturias, Ramón Álvarez Bello. A los actos asistieron el director provincial de educación, José Luis Montes, y el Arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, la Banda de Música de Corvera y, por supuesto, la comunidad educativa al completo.

La siguiente visita la programamos para 1994. Con ese motivo desde la institución educativa trasladamos al Ayuntamiento la conveniencia de otorgarle el título de Hijo Predilecto de Ibias, aunque Aurelio Menéndez era oriundo de Gijón. Esto propició un debate de si hijo predilecto o hijo adoptivo, como realmente hubiera correspondido, pero, aun así, nos decantamos por la primera opción. Aquellas dos jornadas fueron todo un acontecimiento marcado, además, por la concesión ese mismo año del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Tras esta estancia en Ibias, le trasladé mi deseo de abandonar la dirección del colegio, algo que acogió con profunda tristeza por lo que me pidió con insistencia mi continuidad en el cargo. Al final me convenció, aunque, eso sí, le solicité su ayuda para que el entonces ministro de Educación, Gustavo Suárez Pertierra, clausurara en Ibias el curso escolar 1994-1995. Ello también fue posible, y en junio de 1995, por primera vez en el discurrir del tiempo, un Ministro en activo del Gobierno democrático de España pisaba suelo ibiense. Todo un acontecimiento que quedará en los anales del municipio. Por este tiempo, la Semana de la Radio y la Comunicación y otras actividades, ya habían adquirido una importante relevancia logrando proyectar al colegio y a Ibias en el resto de Asturias e incluso fuera de ella. Por ello, le hice ver a don Aurelio la conveniencia de que sus viajes a Ibias tuvieran carácter anual y que sus estancias fueran al menos de dos días, dedicando uno de ellos a visitar diferentes pueblos del concejo con el fin de que pudiera encontrarse con los vecinos. Le encantó la idea y en 1998 organizamos la primera visita a Santiso, y establecimos un almuerzo en Casa Brancal, preparado por la entrañable Carmina Arias en su casa, almuerzo que se repitió en años venideros. Sin duda, las visitas a los distintos lugares: Villardecendias, Omente, Valdeferreiros, Sena, Castaosa, Dou, Andeo, Pradias, Luiña, San Esteban, Seroiro, Sisterna, etc., y los programas que sobre su figura emitíamos por el canal de televisión del colegio, estrecharon definitivamente los lazos de Aurelio Menéndez con la tierra de sus ancestros. Era enternecedor contemplar a todos los vecinos reunidos esperando su llegada, el espectacular pincheo que tenían preparado en el que no faltaba el vino y el aguardiente del país, y los sentimentales momentos vividos. Asimismo hay numerosas anécdotas, como cuando en el pueblo de Castaosa una vecina se le acercó para pedirle un favor: que le permitiera darle un beso porque le consideraba muy buena persona, a lo que Aurelio Menéndez le respondió que nunca había negado tal cosa a una dama.

Sin embargo, nunca olvidaré la estancia en el pueblo de Uría, localidad de la que procedían los antepasados de Rodrigo Uría, su socio de despacho y maestro en el Derecho y al que una inoportuna enfermedad le impidió venir a Ibias, como había previsto en esa ocasión, por lo que le demandó a Aurelio Menéndez que fuera hasta allí en su nombre. Lo acompañé a primera hora de la mañana y lo recorrimos los dos de extremo a extremo, con una intensa emoción que se reflejaba en nuestros llorosos ojos. Más tarde, encargué una foto enmarcada de Uría que le hice llegar a Madrid a don Rodrigo, tras lo cual éste, profundamente conmovido, consignó una importante donación al centro educativo. Como tampoco olvidaré cuando con ocasión de la emisión para toda España del programa de RNE, "Clásicos Populares", que marcó otro hito en nuestro proyecto educativo, me llamó absolutamente entusiasmado después de haberlo escuchado íntegramente desde su despacho en la capital de España.

La consecución del Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias fue otro de los momentos vividos con mayor intensidad: desde la propuesta de presentar la candidatura, pasando por la compleja elaboración de la misma y la obtención del premio por apenas un voto de diferencia. La visita del Príncipe de Asturias fue el colofón a una larga lucha de todo un concejo por superar el asilamiento y el olvido, marcando, además, un nuevo hito en el devenir de Ibias. Siempre tendré presente el intenso abrazo que nos dimos en medio de la plaza de San Antolín, aquel lluvioso 23 de octubre de 1999, en el que tampoco, una vez más, faltaron las lágrimas. Tras este acontecimiento creí conveniente proponer a todo el concejo un definitivo y último homenaje a Aurelio Menéndez. Por eso, en el año 2000, se trasladó a la Corporación municipal presidida por la alcaldesa, Nélida Barrero, la idea de bautizar con su nombre la calle principal de San Antolín. Y algo más. Creí conveniente perpetuar en un busto la figura de Aurelio Menéndez, en el recinto escolar, con el fin de que sirviera de referente a las nuevas generaciones de ibienses. El busto lo realizó mi entrañable amigo Antonio López, de Ribadeo, que no cobró su trabajo como artista y fue sufragado, en su mayor parte, por las aportaciones de todos los vecinos del municipio.

Después de todo esto, sólo nos quedaba ya una cuestión por hacer. En todos esos largos años siempre había escuchado a Aurelio Menéndez hablar con auténtica pasión de sus padres, Domingo y Primitiva, y de lo mucho que habían añorado las tierras de las que procedían: Sisterna y Tablado. Además, sólo quedaba uno de sus hijos, el mayor, Aurelio, residente en EE UU, por conocer Ibias. Así que con la complicidad de su mujer Mercedes y del periodista José Luis López del Valle, en aquel entonces Jefe de Informativos de TVE en Asturias, logramos llevar a cabo un gran encuentro con toda la familia Menéndez en junio de 2004; un encuentro del que dejamos constancia en una placa a la entrada del centro educativo con los nombres de Domingo y Primitiva, y de la cual entregamos una reproducción en pequeño tamaño a Aurelio Menéndez y sus hermanos en una conmovedora comida en Gijón. Tras esta visita comuniqué a Aurelio Menéndez mi determinación firme de dar por concluida mi etapa como director en Ibias, que se produjo en diciembre de ese mismo año, tras la inauguración del Aula Museo de la Escuela Rural y del nuevo salón de actos de la institución educativa. He de reconocer que esa decisión le disgustó profundamente, diría que incluso le contrarió.

He tenido el privilegio de pasar muchas horas con Aurelio Menéndez desde el primer momento en que nos conocimos: en Madrid, en Ibias, en Gijón, en Oviedo, en Castropol? He compartido con él muchas horas de conversación, momentos que marcan toda una vida, emociones que no se olvidan, instantes que permanece imborrables y situaciones únicas, como cuando en las excursiones con nuestros alumnos, en Madrid, los recibía a todos en su casa junto a su mujer, Mercedes, y luego los invitaba a cenar en un céntrico restaurante. Le he acompañado en algunos de los innumerables reconocimientos que ha recibido, en definitiva tuve el honor de forjar con él una indestructible amistad que ha permanecido incólume hasta que hace unos días nos dejó definitivamente. Le tendré siempre presente en mi corazón, querido don Aurelio.

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