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Profesor de Derecho Constitucional acreditado como catedrático

La criminalidad en versión española

La falsa sensación social de inseguridad

Hace unos treinta años Cabot Cove podría parecer un lugar idílico para vivir: un pequeño pueblo de pescadores situado en las costas del Estado de Maine, entre las localidades de Freeport y Brunswick, con esas bonitas casas de madera cerca de la playa tan características de Nueva Inglaterra. Este encantador lugar tenía, no obstante, un grave problema de criminalidad: a lo largo de 12 años, entre 1984 y 1996, se cometió un asesinato a la semana, si bien todos fueron resueltos y los culpables condenados merced a las dotes investigadoras de Jessica Beatrice Fletcher, una profesora de inglés jubilada que combinaba con éxito la escritura de novelas de misterio y el preciado auxilio a unas fuerzas del orden no tan eficaces como debieran. Todo eso ocurrió en Murder, She Wrote, una serie de la cadena CBS emitida entre el 30 de septiembre de 1984 y el 19 de mayo de 1996 y que en España empezó a ofrecer TVE el 9 de noviembre de 1986 con el título de "Se ha escrito un crimen"; posteriormente se ha podido ver en varios canales autonómicos y en la actualidad en Atreseries.

Si hacemos caso del panorama que pintan en los últimos tiempos buena parte de los medios de comunicación podríamos concluir que en España tenemos un problema de "ley y orden" similar al de Cabot Cove, donde, al finalizar la serie, habría sido asesinado el 2% de la población. ¿Es así?

No. La tasa de criminalidad (delitos por cada 1.000 habitantes) se ha ido reduciendo en España en los últimos 8 años y en 2016 (último año sobre el que se han difundido las estadísticas) era 7,4 puntos menor que en 2005 y 8,7 puntos menor que en 2008 (el peor año de los últimos 12).

En lo que respecta a los delitos más graves, como los homicidios dolosos / asesinatos consumados (terminología oficial), el descenso también ha sido acusado: de 518 en 2005 a 292 en 2016, si bien la reducción del número de asesinatos ha sido mucho menor en los casos de violencia de género (de 56 en 2009 a 44 en 2016). A título de muestra comparativa, en el condado de Baltimore (véase al respecto la "ilustrativa" serie "The Wire") fueron asesinadas en 2016 más personas que en toda España.

Y medidos los homicidios dolosos en términos comparados en nuestro ámbito geográfico y político, España viene estando, sistemáticamente, a la cola de los países europeos: en 2016 peor que Austria pero mejor que todos los demás y, especialmente, en comparación con los países bálticos (Lituania, Letonia, Estonia) y del centro (Bélgica, Hungría) y norte de Europa (Finlandia, Irlanda, Dinamarca o Suecia).

Por supuesto, resulta ofensivo invocar estos datos para intentar mitigar el dolor y la afrenta sufridos por la víctima de una violación o para consolar a la familia y amistades de una persona asesinada, pero quizá convenga tenerlos en cuenta cuando, al socaire de un crimen especialmente grave, salga a la luz la enésima propuesta de modificación del Código penal para agravar las penas, para tipificar nuevas conductas delictivas y, en suma, para gobernar una supuesta sensación social de inseguridad. Cosa distinta es que haya que poner los medios necesarios para evitar casos, como no pocos de violencia de género, que son auténticas crónicas de asesinatos anunciados.

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