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Alberto Menéndez

El descontrol del SOMA

La desvinculación del sindicato minero de UGT en un momento crítico para el sector

Quién lo ha visto y quién lo ve. El todopoderoso SOMA (Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias) se encuentra, después de ciento siete años de historia, perdido, al borde del precipicio, sin saber muy bien cuál es su cometido y hacia dónde debe dirigir su actividad. El SOMA es ahora un ente extraño, un sindicato que no es legalmente un sindicato, sino una organización que únicamente existe como una junta de administración de patrimonio de la centenaria central. A todo esto se llegó tras la decisión de la ejecutiva del SOMA de desvincularse de la UGT. ¿Para qué? Eso es lo que deben estar preguntándose muchos de sus antiguos afiliados, ahora integrados en la Federación de Industria, Construcción y Agro (FICA) de la Unión General de Trabajadores.

Da la sensación de que alguien quiso seguir actuando como si el SOMA fuera el de los años ochenta y noventa del pasado siglo, cuando dirigido por José Ángel Fernández Villa era el centro sindical y también político de la comunidad autónoma, por el que pasaban todas las grandes decisiones relacionadas con el PSOE, incluidas las que tenían que ver con los candidatos a presidir el Gobierno regional o las personas que deberían formar parte del Ejecutivo. Pero es que la situación actual del SOMA no tiene absolutamente nada que ver con la de entonces. Por eso resulta realmente extraño, increíble incluso, el comportamiento del actual número uno del sindicato minero, ahora presidente de la sociedad administradora de la organización, José Luis Alperi, y de su equipo de colaboradores. Sobre todo en un momento tan crítico para el sector como el que se está viviendo, con fecha límite a la continuidad de la minería del carbón en su conjunto (fecha que muy difícilmente podrá sortear Hunosa) y el cierre de centrales térmicas.

Ante esta complicada coyuntura, Alperi se desvincula de la UGT y apuesta por el camino político, por el jugar todas sus cartas a lo que representa el PSOE de Pedro Sánchez, el PSOE en el que triunfan las tesis energéticas de la presidenta de la organización, Cristina Narbona, las de la "descarbonización" y el cierre de las térmicas, criterios que, por cierto, se encarga de llevar a la práctica un asturiano, el exalcalde de Lena Hugo Morán.

Toda esta errática e inconcebible estrategia del SOMA le llevó la pasada semana a Alperi al esperpento de manifestarse frente al Ministerio de Energía para protestar por el cierre de centrales térmicas de carbón pero no ser luego convocado a la reunión celebrada con el ministro, Álvaro Nadal, en la que, por cierto, los representantes sindicales dieron un respaldo total al representante del Gobierno central en sus planteamientos sobre el futuro de las térmicas (cuya continuidad defiende sin condiciones). Alperi no asistió porque sindicalmente no es nada. Políticamente sí, políticamente forma parte del equipo de confianza de Pedro Sánchez y de Adrián Barbón, quienes, por cierto, a diferencia de los sindicatos de verdad (el SOMA ahora mismo no lo es, es una entelequia), discrepan totalmente de los planteamientos de Nadal para las térmicas de carbón.

Quizás José Luis Alperi debería ir pensando en rectificar ya, de forma urgente, todos los errores cometidos en los últimos tiempos (desde que surgiera el escándalo Fernández Villa), comenzando por negociar el regreso del SOMA a la UGT, pero sin exigencias, con humildad. Y dejando la política en un segundo plano, que la política energética que diseña Cristina Narbona no puede ser la del SOMA, y, además, es perjudicial para Asturias en estos momentos.

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