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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Lo mejor es no tener el día

El día que escribo esto los católicos celebran a quince santos en el santoral y a seis beatos en el beatoral. Es tradición felicitar el día a los que se llamen como ellos. Los primeros santos son Mauro y Raquel y les sigue Ableberto. Felicidades, Ableberto, allá donde estés, probablemente en un pueblo de nombre largo e hidalgo de Castilla La Vieja, donde la costumbre de dar al neonato nombre del santo del día se impuso a la evidencia de que no existe un bebé con cara de Malardo o de Tarsicia.

Por la parte laica, esta fecha ha sido declarada el día más triste del año quizá para festejar a los melancólicos o para visibilizar a los apesadumbrados. Conozco algún afligido y no creo que deba felicitarle el día con agasajos porque no está para jaranas.

Aún no se han ocupado todos los días internacionales. Quizá usted lea usted esto en el día internacional de la nieve o en el dedicado a la lucha contra la lepra y a la protección de datos en Europa, que no obliga a elegir entre el Nuevo Testamento y sus viejas enfermedades y la nueva tecnología y sus nuevos peligros porque son compatibles cuando se evita que la sociedad sepa y divulgue quién es leproso sin renunciar por ello a dar visibilidad a una microscópica bacteria y sus efectos.

No es casual que el santoral católico y el causal laico (un día, una causa) figuren en las agendas que acabamos de estrenar. La nieve, la lepra, la protección de datos, la santidad católica y la celebración onomástica quieren estar en nuestra agenda y que nos ocupemos y preocupemos de y por ellas. Pronto serán el día mundial del galgo y el del orgullo zombi. Lo mejor es no sentirse concernido por estos días porque no te pase a ti ni a los tuyos nada de lo que visibilizan o conmemoran ni por llamarte Ableberto. Lo mejor es que no sea tu día.

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