Las osas "Paca" y "Tola" suponen la metáfora de lo mejor y lo peor de la imagen de esta región. La lucha contra el furtivismo, la pelea por el mantenimiento de la vida salvaje, el reclamo de una naturaleza abusivamente agraciada...; pero también el indisimulado cautiverio circense, la estampa del animal montaraz sometido a la tiranía de reclamo comercial, "branding" a cuatro patas para las arcas de una economía local deprimida. Sin contar el espectáculo pornográfico de la reproducción fallida, insoportable para la autoestima del galán "Furaco", y otras perlas, como aquel vídeo que circuló hace años por las redes, en el que se veía a "Paca" recorriendo obsesivamente durante horas, como si fuera la lloca del Rinconín, la verja del cercado en el que las dos huérfanas han permanecido recluidas desde que las devolvieron a Asturias en transporte motorizado desde un paraje natural de Cuenca donde al menos existe -o existía entonces, en mayo de 1996- la apariencia de una vida más indómita que en el hotel carcelario del monte de Fernanchín.
Para capturarlas y meterlas en las cápsulas metálicas en que se hizo un penoso traslado por carretera hubo que narcotizarlas a cerbatana. Por vía subcutánea les administraron Delvosteron, producto a base de progestógeno para inhibir el celo de las dos osas y evitar que pudieran atraer a otros plantígrados hasta el cercado de Proaza y se armara la marimorena.
Ha muerto "Tola", una de las dos osas que han sido, contra su voluntad, peregrino símbolo de Asturias. No hagan por ella, por Dios, funerales de Estado.