Resulta escasamente tranquilizador que quien preside la comisión del Pacto de Toledo, o sea, quien tiene que velar por el futuro poco halagüeño de las pensiones, sea una señora que lleva décadas chupando del bote de la política y que acaba de decir, sin que se le caiga la cara de vergüenza, que hay un elevado número de pensionistas que están ya más tiempo en pasivo cobrando la pensión que trabajando. O sea, que la culpa de que distintos gobiernos sucesivos se hayan pulido la hucha que garantiza las jubilaciones la tienen los ciudadanos y no unos políticos manirrotos que han rescatado todo lo rescatable, a los bancos, a los miserables corruptos y a los campeones del dinero negro en paraísos fiscales, pero no a las pensiones.
Esta Celia Villalobos que ha sido de todo en política sin saber apenas de nada cayó en gracia hace años con sus ocurrencias, pero bajo el barniz de esa naturalidad que la aupó a la poltrona no había más que carcoma. Es la misma señora de gracejo andaluz indisimulado que cuando se hablaba de la conciliación llegó a decir que, si uno se pasea por las grandes empresas de este país, ve a la gente hablando del partido de fútbol del Madrid o del Betis durante su jornada laboral, perdiendo el tiempo.
O que en plena crisis de las "vacas locas" recomendó públicamente a las amas de casa que no echaran al cocido huesos de bovino, sino de cerdo. La misma a la que grabaron insultando a su chofer en el Congreso: "Vamos, Manolo, que pierdo el tren. No es más tonto porque no se entrena". La que se pasaba los debates sobre el estado de la nación jugando al Candy Crush.
Con semejante señora al frente de la comisión que debe velar por que el sistema restituya a los pensionistas, actuales y venideros, lo que les ha ido recortando durante años y años de vida laboral, pónganse en lo peor: vamos a la indigencia.
